miércoles, 9 de diciembre de 2020
sábado, 21 de noviembre de 2020
Alfonso VII Emperador de España
Alfonso VII de León, llamado el Emperador, nació el 1 de marzo de 1105, fue rey de León entre 1126 y 1157, año en el que murió. Retomando la idea imperial y de la reconquista de la España hispanovisigoda previa a la conquista mora, en el año 1135 fue coronado Imperator totius Hispaniae en la Catedral de León, es decir, Emperador de toda España. Consiguió hacerse con el trono de Castilla y fue el tercer rey que se declaró como Emperador de España, y aunque en la práctica no dominase la totalidad del territorio hispánico, demuestra la voluntad que existía en la nobleza de recuperar la España arrebatada por los moros, la España de los Hispanovisigodos que contaba ya con un par de siglos de historia antes de la invasión, conformándose como la segunda nación más antigua de Europa, por detrás de Francia (Frankia 509 d.c.).
Alfonso VII fue hijo de Urraca I de León e hijastro de Alfonso el Batallador (Rey de Aragón), con el que tuvo algunas disputas territoriales. Llevo a cabo varias conquistas en territorio musulmán, como la de Jaén, Córdoba y Almería entre 1147 y 1150 d.C.
En 1157, los almohades recuperaron el control de la ciudad de Almería y Alfonso VII parte para intentar reconquistarla, pero fracasa en el intento y cuando regresaba a León, muere el 21 de agosto. Su hijo Fernando le sucedió en el trono de León mientras que su otro hijo Sancho ocupó el trono de Castilla.
viernes, 6 de noviembre de 2020
San Quintín: Memorias del maestre de campo de los tercios Julián Romero
Mi nombre es Julián Romero de Ibarrola y soy maestre de campo de los tercios del rey nuestro señor. Sirvo hoy con don Felipe II como ayer serví con su augusto padre, el césar Carlos. Queréis que os cuente mi historia y yo os diré que mi único mérito es haber salvado la piel donde otros dieron la vida. Constato en vuestras miradas que no sabéis lo que pasó en San Quintín. Avergonzaos, ganapanes, porque pocas páginas han escrito nuestras armas más gloriosas que aquella victoria, en la que este vuestro servidor cayó herido cuando una bala de mosquete me perforó una pierna y desde entonces me cuelga así, como dormida. Aún tengo que dar gracias a Santiago de que no hubiera que cortarla, según se solía hacer, para que la gangrena no me comiera el cuerpo. Y ahora, si queréis saber más, prestad oído.
San Quintín es una nueva novela histórica de Esparza muy amena y entretenida, que te atrapará sin darte cuenta.
sábado, 10 de octubre de 2020
jueves, 24 de septiembre de 2020
El legado mortal de la banda terrorista ETA
El legado mortal de ETA: 858 asesinatos
Su relación con otros independentismos
ETA sembró el terror durante medio siglo en España. Una realidad cercana en el tiempo que va camino del olvido. Mostramos un relato de los números macabros de la organización terrorista
Se cumple medio siglo del primer asesinato de ETA. El 7 de junio de 1968 el guardia civil José Antonio Pardines, de 25 años, fue tiroteado hasta la muerte por los terroristas Txabi Echebarrieta e Iñaki Sarasketa tras solicitarles la documentación. Ocurrió en la localidad guipuzcoana de Villabona. Esta efeméride nos sirve para narrar con datos el macabro historial de la organización terrorista.
Esa muerte ocurrida hace 50 años es considerada por muchos historiadores como la primera causada por ETA. Sin embargo, otros expertos aseguran que la primera víctima mortal fue Begoña Urroz, quien tenía apenas 22 meses cuando una bomba incendiaria colocada en la estación de Amara, San Sebastián, la mató en junio de 1960. Era hija de un matrimonio residente en la cercana localidad de Lasarte. El propio Ministerio del interior hizo oficial este asesinato a finales de 2011.
Tras su legado letal de medio siglo, un regusto de amargura se quedó en el paladar de muchos ciudadanos y la mayoría de las víctimas aún vivas cuando la organización terrorista ETA anunció el 3 de mayo de 2018 su final. El comunicado de disolución de la organización terrorista fue leído por los históricos de ETA 'Josu Ternera', y Soledad Iparraguirre, 'Anboto', dos 'gudaris' que tienen las manos manchadas de sangre. El contenido estaba lleno de cinismo.
Su violencia terrorista provocó 30 víctimas mortales antes de la muerte de Francisco Franco, los otros 828 asesinatos fueron ejecutados tras el fallecimiento del dictador y la llegada de la democracia a España".
Con el fin de que ni los que son ahora veinteañeros ni de otras edades echen la lápida a cinco décadas de terror se publicó en 2010 el libro 'Vidas rotas. La historia de los hombres, mujeres y niños víctimas de ETA', en el que se recogen los relatos de los atentados mortales y las semblanzas de los asesinados. Obra de dos grandes expertos en terrorismo, Rogelio Alonso y Florencio Domínguez, y Marcos García Rey, nos sirve de base para esbozar el acervo macabro de ETA mediante algunos gráficos y datos.
Su relación con otros independentismos
Carod-Rovira: "Ahora, me atrevo a exigiros que cuando queráis atentar contra España os situéis previamente en el mapa"
Corría el 29 de mayo de 1991 cuando varios etarras aprovecharon una rampa para poner un coche en punto muerto y lanzarlo al interior del patio del acuartelamiento de la Guardia Civil en Vic (Barcelona). Antes, los terroristas tuvieron tiempo de contemplar que había varios niños jugando al balón y a la comba. Cuando el coche bomba llegó al patio empujado por los etarras, Juan Carlos Monteagudo activó el artefacto explosivo con un mando a distancia. A los terroristas no pareció nunca conmoverles los ataúdes blancos. Ese atentado costó la vida a nueve personas, cinco de ellas niños. Una muchacha de dos años quedó huérfana al fallecer sus padres.
Dos días después, en el diario 'Avui' se publicó una carta del político Carod-Rovira (ERC) en la que recriminaba a ETA que atentara en lugares geográficos errados. Más cinismo. Esta es una traducción de un extracto de la misiva de Carod-Rovira: "Nada de lo que os voy a decir es nuevo para vosotros. Os lo dije ya hace medio año en un lugar de Euskadi cuando en nombre de mi partido os pedí formalmente que no actuaseis más en mi país [Cataluña]. Habéis respetado la solicitud durante seis meses. Ahora me atrevo a exigiros que cuando queráis atentar contra España os situéis previamente en el mapa".
Al igual que la organización terrorista no discriminó por edad, el sexo también le resultó indiferente para liquidar a sus adversarios. ETA asesinó a 799 hombres y 59 mujeres.
En lo que se refiere a la condición de las víctimas mortales, ETA asesinó a 496 miembros del Ejército y de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, mientras que segó la vida de 396 civiles. A la hora de matar, los etarras no dudaron en usar todo tipo de recursos. Asesinaron a 545 personas con disparos de metralleta, subfusil o pistola. Además, usaron una amplia gama de explosivos, desde granadas hasta coches bomba, pasando por cócteles 'molotov' o cartas bomba. En la década de los ochenta, se hicieron tan peritos en el uso del coche bomba que luego instruyeron a otros movimientos armados como a los guerrilleros de las FARC de Colombia.
La geografía de los atentados
ETA llevó la muerte a 24 provincias españolas. Guipúzcoa, con 319 asesinados, Vizcaya, con 212, y Madrid, con 123, fueron las más castigadas.
En cuanto a las comunidades autónomas donde causó víctimas mortales, 12 territorios se vieron afectados. Hasta 576 ciudadanos de Euskadi fueron asesinados, 123 en Madrid y 54 en Cataluña.
El entorno rural más ajeno a los lugares refugio de los etarras estuvo más a salvo de la actuación de ETA. Su camuflaje era más complicado en ese hábitat sin apoyos. Comunidades como Castilla-La Mancha o Extremadura no vivieron atentados mortales.
Sin embargo, según el origen de la víctima, todas las comunidades y las ciudades de Ceuta y Melilla tuvieron que enterrar a sus gentes asesinadas a manos de aquellos que hoy son homenajeados por los abertzales y partidos políticos representados en el Congreso de los Diputados y los parlamentos regionales de Euskadi y Navarra. Encabezan el listado de autonomías más afectadas Euskadi, con 179 muertos, Castilla y León con 139 y Andalucía con 121.
También ciudadanos nacidos en diez países extranjeros perecieron por las acciones de ETA. Personas originarias de Alemania, Argentina, Chile, Cuba, Dinamarca, Ecuador, Estados Unidos, Francia, Marruecos y Portugal.
Los adversarios políticos
Ahora que ETA apuesta por un "escenario democrático" en 'Euskal Herria' es más que nunca pertinente recordar cómo aterrorizó a los políticos opositores del nacionalismo vasco.
ETA nunca asesinó a ningún político de ideología nacionalista, ni del PNV ni de ninguno de los otros partidos independentistas
Hasta 59 políticos encontraron la muerte a manos de los terroristas, bien por pertenecer a un partido político, bien por haber estado relacionados con el franquismo (14). Políticos de izquierdas, de derechas y de centro fueron el objetivo de explosivos y las pistolas de ETA. Nunca nacionalistas vascos. Eliminados de la competencia política por vía de las armas fueron los populares Miguel Ángel Blanco o Gregorio Ordóñez, los socialistas Ernest Lluch o Fernando Múgica, Tomás Caballero de Unión del Pueblo Navarro, y así una larga lista de nombres, hasta 59.
La herida no se cierra aún para los familiares y amigos de los más de 350 asesinatos que quedan por resolver policial y judicialmente
Fuente: El Confidencial (artículo resumido)
jueves, 17 de septiembre de 2020
domingo, 30 de agosto de 2020
martes, 11 de agosto de 2020
martes, 21 de julio de 2020
lunes, 15 de junio de 2020
Constantino el Grande, el primer emperador cristiano de Roma.
Constantino I el Grande fue uno de los más destacados emperadores romanos, famoso por otorgarle legitimidad legal a la religión cristiana en el Imperio (lo legaliza y pone fin a la represión), por su reunificación y, por fundar una de las ciudad más maravillosas de la Antigüedad tardía, Constantinopla.
Cayo Flavio Valerio Aurelio Claudio, mejor conocido como Constantino I, nació en Naissus en el año 272, hijo de Flavia Elena y Constancio Cloro, uno de los césares de la Primera Tetraquía. Su padre compartía el poder con dos augustos, Diocleciano y Maximiano, y otro césar, Galerio. El joven Constantino sirvió en la corte de Diocleciano, hasta que en el año 305 su padre obtuvo el título de augusto, pero al año siguiente, murió en la Britania romana. Constantino, que estuvo a su lado en su lecho de muerte, fue proclamado el nuevo augusto por el general y las tropas de Constancio Cloro.
Al mismo tiempo, en Roma se nombraba emperador al hijo de Maximiano, Majencio, que reclamaba el título de único Augusto. De esta forma comenzó un período de disputas políticas y luchas de poderes. En la batalla del Puente Milvio, en el 312, Constantino venció a Majencio y luego se alió a Licinio, quien venció a Maximino en 313. El imperio había quedado dividido en ellos: Licinio dominaba en Oriente y Constantino en Occidente, hasta que en 324 obtuvo la victoria definitiva y el poder absoluto del Imperio Romano.
Durante su gobierno, Constantino introdujo grandes cambios que afectaron la historia para siempre. Además de reformar leyes, cortes y ejércitos, trasladó la capitalidad del imperio a Bizancio (actual Estambul) y la rebautizó Constantinopla, la segunda Roma. Pero la mayor de sus obras fue la de permitir el libre culto a los cristianos, tan perseguidos en aquel entonces.
En el año 312, antes de una batalla, Constantino soñó que Cristo le pidió que grabara las iniciales de su nombre en los escudos de sus tropas y, al día siguiente, vio una cruz superpuesta en el sol y la leyenda «con esta señal serás vencerás».Inmediatamente, mandó a pintar esto en los escudos y a realizar el nuevo estandarte, y finalmente contra todo pronóstico, venció a Majencio. Como resultado, se convirtió al cristianismo. También cabe destacar que su madre Elena (Santa Elena), que era cristiana, tuvo una gran influencia en él
Al poco tiempo, Constantino entregó los viejos cuarteles de la guardia pretoriana de Majencio para que se construyera una basílica cristiana, que se convirtió en sede catedralicia: la actual Basílica de San Juan de Letrán. Tiempo después mandó a construir otra sobre el sitio donde se decía que había sido martirizado San Pedro y donde sus restos descansaban: la Basílica de San Pedro. En el año 313, Constantino y Licinio había promulgado el Edicto de Milán, que permitía la práctica del cristianismo. Esto le permitía a los cristianos –anteriormente perseguidos y martirizados- ocupar cargos oficiales, construir edificios propios y llevar adelante sus ritos, aunque aún no ocupaba el lugar de la religión oficial del Imperio (esto lo proclamó Teodosio en el Edicto de Tesalónica de 380). Además, entre todas las leyes que creó, abolió la crucifixión, sustituyéndola por la horca (la ley romana y la justicia sí seguían vigentes); permitió que la Pascua se celebre públicamente, y lo mejor de todo, declaró el día domingo como día de descanso.
Como el primer emperador cristiano, se esforzó por apaciguar las diferencias religiosas y convocó el Primer Concilio de Nicea en el año 325. Su objetivo era poner fin a algunos problemas doctrinales dentro de la Iglesia de los primeros siglos, especialmente la controversia con el arrianismo, doctrina que negaba la naturaleza divina de Cristo, que finalmente fue considerado una herejía por la mayoría de obispos del Concilio
Constantino fue llamado “el grande” y no fue en vano. No sólo fomentó el cristianismo, sino que además reunificó el Imperio Romano y derrotó a los francos, a los visigodos y a otros pueblos invasores, expandiendo los confines del Imperio. Pero como todo ser humano, no pudo contra una enfermedad que acabó con su vida en el año 337. Poco antes de su muerte fue bautizado para morir como un cristiano, limpio de todo pecado. Esta curiosa pero pragmática decisión la tomó durante su conversión, decidió que no se bautizaría hasta poco antes de su muerte, por motivos políticos por una parte, para no causar demasiado revuelo y que el proceso de cristianización de Roma fuera paulatino, y por motivos religiosos, ya que no quería bautizarse y luego seguir pecando gravemente durante toda su vida, algo que era casi obligatorio para un emperador romano.
Fuentes:
Vidasfamosas.com
Aciprensa
Enciclopedia Encarta
Cayo Flavio Valerio Aurelio Claudio, mejor conocido como Constantino I, nació en Naissus en el año 272, hijo de Flavia Elena y Constancio Cloro, uno de los césares de la Primera Tetraquía. Su padre compartía el poder con dos augustos, Diocleciano y Maximiano, y otro césar, Galerio. El joven Constantino sirvió en la corte de Diocleciano, hasta que en el año 305 su padre obtuvo el título de augusto, pero al año siguiente, murió en la Britania romana. Constantino, que estuvo a su lado en su lecho de muerte, fue proclamado el nuevo augusto por el general y las tropas de Constancio Cloro.
Al mismo tiempo, en Roma se nombraba emperador al hijo de Maximiano, Majencio, que reclamaba el título de único Augusto. De esta forma comenzó un período de disputas políticas y luchas de poderes. En la batalla del Puente Milvio, en el 312, Constantino venció a Majencio y luego se alió a Licinio, quien venció a Maximino en 313. El imperio había quedado dividido en ellos: Licinio dominaba en Oriente y Constantino en Occidente, hasta que en 324 obtuvo la victoria definitiva y el poder absoluto del Imperio Romano.
Durante su gobierno, Constantino introdujo grandes cambios que afectaron la historia para siempre. Además de reformar leyes, cortes y ejércitos, trasladó la capitalidad del imperio a Bizancio (actual Estambul) y la rebautizó Constantinopla, la segunda Roma. Pero la mayor de sus obras fue la de permitir el libre culto a los cristianos, tan perseguidos en aquel entonces.
En el año 312, antes de una batalla, Constantino soñó que Cristo le pidió que grabara las iniciales de su nombre en los escudos de sus tropas y, al día siguiente, vio una cruz superpuesta en el sol y la leyenda «con esta señal serás vencerás».Inmediatamente, mandó a pintar esto en los escudos y a realizar el nuevo estandarte, y finalmente contra todo pronóstico, venció a Majencio. Como resultado, se convirtió al cristianismo. También cabe destacar que su madre Elena (Santa Elena), que era cristiana, tuvo una gran influencia en él
Al poco tiempo, Constantino entregó los viejos cuarteles de la guardia pretoriana de Majencio para que se construyera una basílica cristiana, que se convirtió en sede catedralicia: la actual Basílica de San Juan de Letrán. Tiempo después mandó a construir otra sobre el sitio donde se decía que había sido martirizado San Pedro y donde sus restos descansaban: la Basílica de San Pedro. En el año 313, Constantino y Licinio había promulgado el Edicto de Milán, que permitía la práctica del cristianismo. Esto le permitía a los cristianos –anteriormente perseguidos y martirizados- ocupar cargos oficiales, construir edificios propios y llevar adelante sus ritos, aunque aún no ocupaba el lugar de la religión oficial del Imperio (esto lo proclamó Teodosio en el Edicto de Tesalónica de 380). Además, entre todas las leyes que creó, abolió la crucifixión, sustituyéndola por la horca (la ley romana y la justicia sí seguían vigentes); permitió que la Pascua se celebre públicamente, y lo mejor de todo, declaró el día domingo como día de descanso.
Como el primer emperador cristiano, se esforzó por apaciguar las diferencias religiosas y convocó el Primer Concilio de Nicea en el año 325. Su objetivo era poner fin a algunos problemas doctrinales dentro de la Iglesia de los primeros siglos, especialmente la controversia con el arrianismo, doctrina que negaba la naturaleza divina de Cristo, que finalmente fue considerado una herejía por la mayoría de obispos del Concilio
Constantino fue llamado “el grande” y no fue en vano. No sólo fomentó el cristianismo, sino que además reunificó el Imperio Romano y derrotó a los francos, a los visigodos y a otros pueblos invasores, expandiendo los confines del Imperio. Pero como todo ser humano, no pudo contra una enfermedad que acabó con su vida en el año 337. Poco antes de su muerte fue bautizado para morir como un cristiano, limpio de todo pecado. Esta curiosa pero pragmática decisión la tomó durante su conversión, decidió que no se bautizaría hasta poco antes de su muerte, por motivos políticos por una parte, para no causar demasiado revuelo y que el proceso de cristianización de Roma fuera paulatino, y por motivos religiosos, ya que no quería bautizarse y luego seguir pecando gravemente durante toda su vida, algo que era casi obligatorio para un emperador romano.
Fuentes:
Vidasfamosas.com
Aciprensa
Enciclopedia Encarta
viernes, 5 de junio de 2020
martes, 12 de mayo de 2020
jueves, 30 de abril de 2020
martes, 14 de abril de 2020
La Reconquista Española, una historia que intentan borrar.
Introducción
Se denomina Reconquista al período de la historia de la península ibérica de aproximadamente 780 años durante el cual se recuperaron los territorios conquistados por los musulmanes, que empezó con la batalla de Covadonga en el año 722 y la victoria de los Reyes Católicos Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón sobre el Reino nazarí de Granada en 1492.
En 711 se produjo en la Península Ibérica la primera invasión de los árabes procedentes de África del Norte. Entraron por Gibraltar (Gib-Al-tarik, nombre del general que desembarco) y el propio Rey Rodrigo (Don Rodrigo), último de los Visigodos, fue a combatir, perdiendo la vida en la Batalla de Guadalete. Los moros se aprovecharon de la situación de rebeldía de varios nobles visigodos, así como de la conocida traición de Don Julian en Ceuta, y de la ayuda de algunos grupos judíos para conquistar importantes ciudades y fortalezas.
En el 713 cayó Toledo y en el 714 Zaragoza. Tarik es llamado a Damasco para informar y nunca mas vuelve. Su lugar lo ocupa el gobernador Adal-Ariz. Este gobernador comienza el emirato independiente. A partir de este momento comienzan una política de tratados con los nobles visigodos que les permiten controlar el resto de la península. En el 716 Adal-Ariz es asesinado en Sevilla y comienza una crisis tal que en los siguientes 40 años se suceden 20 gobernadores. Este mismo año, el 716 los árabes comenzaron a dirigir sus fuerzas hacia los Pirineos, para tratar de entrar en el reino Carolingio.
Don Pelayo, la batalla de Covadonga y el inicio de la Reconquista
En el año 718 un noble Visigodo, o probablemente Hispanovisigodo, llamado Pelayo se subleva. La sublevación fracasa y es hecho prisionero y enviado a Córdoba (Los escritos usan la palabra Córdoba, pero esto no quiere decir nada, ya que los árabes llamaban Córdoba a todo el califato). Sin embargo consigue escapar y organiza una segunda revuelta en los montes de Asturias, que acabó con la batalla de Covadonga del 722. Esta batalla se considera el comienzo de la reconquista y del primer reino Cristiano, que fue el de Asturias bajo el reinado de Don Pelayo. Algunos académicos afirman que sin Covadonga, actualmente seríamos como Turquía.
Mientras tanto debido a la resistencia Carolingia de los Francos en la parte española de los Pirineos nació la Marca Hispánica. La Marca hispánica (aquí marca quiere decir frontera). Fue una zona de contención militar en los pirineos dependiente del Reino Franco y abarcaba desde Pamplona hasta Barcelona . Al poco tiempo los distintos nobles hispanovisigodos que controlaban los territorios de la Marca crearon el Reino de Navarra, al Reino de Aragón y los condados de Urgel y Barcelona.
Se denomina Reconquista al período de la historia de la península ibérica de aproximadamente 780 años durante el cual se recuperaron los territorios conquistados por los musulmanes, que empezó con la batalla de Covadonga en el año 722 y la victoria de los Reyes Católicos Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón sobre el Reino nazarí de Granada en 1492.
En 711 se produjo en la Península Ibérica la primera invasión de los árabes procedentes de África del Norte. Entraron por Gibraltar (Gib-Al-tarik, nombre del general que desembarco) y el propio Rey Rodrigo (Don Rodrigo), último de los Visigodos, fue a combatir, perdiendo la vida en la Batalla de Guadalete. Los moros se aprovecharon de la situación de rebeldía de varios nobles visigodos, así como de la conocida traición de Don Julian en Ceuta, y de la ayuda de algunos grupos judíos para conquistar importantes ciudades y fortalezas.
En el 713 cayó Toledo y en el 714 Zaragoza. Tarik es llamado a Damasco para informar y nunca mas vuelve. Su lugar lo ocupa el gobernador Adal-Ariz. Este gobernador comienza el emirato independiente. A partir de este momento comienzan una política de tratados con los nobles visigodos que les permiten controlar el resto de la península. En el 716 Adal-Ariz es asesinado en Sevilla y comienza una crisis tal que en los siguientes 40 años se suceden 20 gobernadores. Este mismo año, el 716 los árabes comenzaron a dirigir sus fuerzas hacia los Pirineos, para tratar de entrar en el reino Carolingio.
Don Pelayo, la batalla de Covadonga y el inicio de la Reconquista
En el año 718 un noble Visigodo, o probablemente Hispanovisigodo, llamado Pelayo se subleva. La sublevación fracasa y es hecho prisionero y enviado a Córdoba (Los escritos usan la palabra Córdoba, pero esto no quiere decir nada, ya que los árabes llamaban Córdoba a todo el califato). Sin embargo consigue escapar y organiza una segunda revuelta en los montes de Asturias, que acabó con la batalla de Covadonga del 722. Esta batalla se considera el comienzo de la reconquista y del primer reino Cristiano, que fue el de Asturias bajo el reinado de Don Pelayo. Algunos académicos afirman que sin Covadonga, actualmente seríamos como Turquía.
Mientras tanto debido a la resistencia Carolingia de los Francos en la parte española de los Pirineos nació la Marca Hispánica. La Marca hispánica (aquí marca quiere decir frontera). Fue una zona de contención militar en los pirineos dependiente del Reino Franco y abarcaba desde Pamplona hasta Barcelona . Al poco tiempo los distintos nobles hispanovisigodos que controlaban los territorios de la Marca crearon el Reino de Navarra, al Reino de Aragón y los condados de Urgel y Barcelona.
Covadonga 722
La Identidad Hispanovisigoda
El foco de Asturias tiene más renombre debido a que fue el inicio, la chispa que encendió el fuego de la Reconquista, pero no por ello, el resto de focos tienen menos importancia. En Navarra, el Alto Aragón y el Condado de Barcelona, desde el primer momento, se tenía la voluntad férrea de expulsar al moro, y de recuperar territorios para la Cristiandad, de reinstaurar lo que se perdió en tiempos del Rey Rodrigo. En Barcelona a finales del siglo VIII se tenía una gran conciencia de identidad goda, que se manifestó en la supervivencia de determinados nombres: Ermegodo, Levegedo, Alarico o Recaredo, Jueces y escribanos aluden continuamente a la ley goda como nuestra ley o la ley de nuestros padres, con escrupulosa exactitud la transcriben y, antes de la invocación divina, la sitúan a veces en el encabezamiento de documentos oficiales.
Después de la Biblia, es el Liber Iudicum, el texto más habitual en las bibliotecas. La abundancia de obras de San Isidoro de Sevilla en las estanterías de los monasterios revela la pujanza de la cultura visigoda en los Condados Catalanes y en el resto de España.
Ninguna especificidad cultural distingue a los habitantes de los condados catalanes del resto de la Península, todavía ocupada, o del pequeño Reino de Asturias. Con ellos constituyen la Hispania que unificaron los romanos. Los godos de Cataluña se llaman Hispani, al igual que los que huyen del emirato de Córdoba a tierras cristianas.
Wilfredo el Velloso, conde de Urgel y Barcelona, consiguió repoblar la plana de Vic en la segunda mitad del IX; a principios del X, los reyes de Navarra consiguieron conquistar zonas del valle del Ebro quitándoselas, así, a los moriscos y liberando a las comunidades cristianas mozárabes que habitaban la zona.
Wilfredo el Velloso, conde de Urgel y Barcelona, consiguió repoblar la plana de Vic en la segunda mitad del IX; a principios del X, los reyes de Navarra consiguieron conquistar zonas del valle del Ebro quitándoselas, así, a los moriscos y liberando a las comunidades cristianas mozárabes que habitaban la zona.
El avance cristiano
Durante el 929, se creó el Califato de Córdoba que reforzó el poder musulmán, y hasta el 1031 la reconquista de la Península Ibérica se vio frenada; únicamente podemos destacar el triunfo cristiano en Simancas llevado a cabo por el rey de León Ramiro II, dicho triunfo es digno de mención porque, gracias a él, se consiguió comenzar la expansión del cristianismo hacia el sur del Duero.
De todas formas, este avance duró poco tiempo ya que a mitad del X las tropas cristianas tuvieron que recular y volver a la posición inicial, sobre el Duero. El motivo es que Almanzor, caudillo del Califato de Córdoba, llevó a cabo unas campañas muy violentas que tenían como objetivo frenar el avance cristiano y atacó en toda la zona norte: desde Santiago de Compostela hasta Barcelona.
El Califato de Córdoba se desintegró en el año 1031 y esto causó que hubiera un gran cambio de poder entre los musulmanes y los cristianos. Con la caída del Califa (el rey musulmán), en España los reyes cristianos pasaron a tener más poder que los gobernantes musulmanes de las taifas (las taifas eran como condados independientes), por ello, comenzaron a ejercer como protectores y cobraron tributos a los taifas que se habían descompuesto tras la caída de Córdoba.
Fue en la segunda mitad del siglo XI cuando los reyes de Castilla y León comenzaron a repoblar el territorio del Duero y del sistema central español, es decir, las tierras extremeñas. De entre todos los puntos que repoblaron caben destacar las ciudades de Segovia, Ávila y Salamanca que, inmediatamente, se convirtieron en comunidades cristianas que se alzaban a defender la religión romana.
En el 1085 el rey Alfonso VI ya había entrado en Toledo, ciudad que había sido la antigua capital de los visigodos y, también, una zona clave para Al-Andalus. Los reyes de Aragón también continuaron con la reconquista de España invadiendo zonas como Huesca o Barbastro, cercanas al Pirineo.
Sin embargo, a finales del XII los almohades, fanáticos del Islam, volvieron a frenar la reconquista unificando, nuevamente, las tierras de Al-Andalus.
Los mozárabes, la resistencia cristiana.
En los territorios dominados por los musulmanes continuaban existiendo, separadas en guetos aunque rara vez de forma pacífica, comunidades hispanovisigodas que mantenían su fe cristiana, se les conocería como mozárabes. Estos eran tolerados al principio, pero poseían menos derechos que los musulmanes. Las condiciones de vida de estas comunidades se fueron endureciendo a medida que avanzaba la Reconquista y se volvió insoportable con la llegada de los almorávides y almohades del Norte de África.
La continuidad cultural hispana representada por los mozárabes o cristianos habitantes de zonas bajo dominio musulmán, que constituyeron la mayoría de la población en zona musulmana excepto en la minúscula Granada nazarí de los siglos XII-XV donde casi fueron exterminados por los almorávides y benimerines. Estos mozárabes tenían un enorme peso demográfico frente a los reinos cristianos norteños, poco poblados, o la élite musulmana, y por su condición de cristianos ocupaban la clase más baja. Todos los datos nos dicen que se rebelaron todo lo que pudieron contra los musulmanes o huyeron al norte en diversas oleadas. Un ejemplo: la ciudad de Toledo, ejemplo de tolerancia, lo fue bajo el dominio cristiano, ya que durante el dominio musulmán la población local, mayoritariamente judía y cristiana, se rebeló en 800, 811, 829, 932, 987... y fue definitivamente reconquistada en 1085. Total, tres siglos y medio, con independencias intermitentes.
Además, tanto en fuentes cristianas como musulmanas, aparecen numerosas citas acerca de los elevados impuestos especiales que debían pagar solo los no musulmanes, como la gizya, harag, así como leyes que tratataban con inferioridad a los no musulmanes.
La batalla en Navas de Tolosa: el principio del fin
Pero en 1212 los almohades fueron vencidos en Navas de Tolosa por el rey de Castilla Alfonso VIII y significó el fin del imperio islamista. Después de esta batalla, Al-Andalus volvió a dividirse en diferentes taifas permitiendo, así, que el siglo XIII fuera el momento cumbre de la Reconquista española. Cabe destacar que tanto en esta batalla como en otras participaron asiduamente varias órdenes militares religiosas, como la del Temple, la de Calatrava o la de Santiago, ya que en la Reconquista existía un claro sentimiento de Cruzada.
Tras el conflicto en Navas de Tolosa se comenzaron a organizar las cruzadas cristianas pero la más importante fue la iniciada por la Corona de Aragón y capitaneada por Jaime I el Conquistador (o Jaume I el Conqueridor, en catalán). Este monarca consiguió ir recuperando territorio musulmán y convertirlo al cristianismo, así fue como anexionó a la Corona las islas Baleares, Valencia y parte de Murcia.
Desde Castilla también se inició una batalla para reconquistar la Península Ibérica y devolverla a los cristianos. Su acción era hacia las tierras del sur donde más fuertemente habían calado los árabes y, tras un largo asedia, al final del 1248 Sevilla cayó rendida a los cristianos, ciudad que había sido la capital de los almohades. Finalmente, en 1262 cayó Cádiz quedando, únicamente, Granada a manos de los musulmanes, a estas alturas, la reconquista era ya cosa hecha.
La Toma de Granada
El reino de Granada se resistió mucho más que el resto y, estuvo en pie hasta finales del siglo XV, coincidiendo en año con el descubrimiento de América por Cristóbal Colón por orden de los Reyes Católicos.
La reconquista de Granada debía realizarla la Corona de Castilla pues, por proximidad geográfica, tenía más posibilidades de poder realizar esta invasión. Pero dicha conquista no pudo llevarse a cabo hasta que llegaron los Reyes Católicos y, entonces, en 1481 se declaró la última guerra a los moriscos en la Península Ibérica.
El 2 de enero de 1492 tuvo lugar la caída de Granada y, con ella, terminó por completo la Reconquista de España para los cristianos después de casi 800 años.
Desmontando la versión crítica
Algunos académicos de cierta tendencia ideológica, han manifestado que el término de "Reconquista" podría ser inexacto, pues los reinos cristianos que reconquistaron el territorio peninsular se constituyeron con posterioridad a la invasión islámica, a pesar de los intentos de estas monarquías por presentarse como herederas directas del antiguo reino visigodo; es decir según estos historiadores ciértamente anti-hispánicos en su aplastante mayoría, aseguran que las afirmaciones de los reyes y condes cristianos de la reconquista eran un invento para legitimar sus conquistas.
Estas afirmaciones chocan de pleno con la realidad, ya que los condes y reyes que surgieron eran nobles hispanovisigodos o visigodos, decir lo contrario es una muestra de ignorancia o de fanatismo ideologizado.
Además, la razón principal de la reconquista ante todo es que fue una empresa religiosa, más que política, son innumerables las citas medievales que versan sobre la recuperación para la cristiandad de los territorios invadidos por los moros. Para colmo parecen ignorar que España como reino, ya existía antes de la invasión en el año 711, con Leovigildo el Reino de Toledo abarcaba la totalidad de la península, y bajo su reinado se legalizaron los matrimonios mixtos entre hispanorromanos y visigodos, hecho fundamental que marca el inicio de lo que luego sería conocido como España o las Españas, ya que toda la población pasó a tener una misma cultura y luego con Recaredo pasarían a tener también una misma religión, la católica. Los visigodos abrazaron el concepto de la Hispania romana y lo hicieron suyo, de hecho España es la traducción literal de Hispania. Concretamente se puede considerar como fecha oficial el año 589 d.C. cuando se celebró el III Concilio de Toledo, en el cual se declaró al Catolicismo como religión oficial del Reino. Bajo el reinado de Recaredo al cual se puede considerar como el primer rey de España, San Isidoro escribió las Alabanzas a España a principios del siglo VII.
Se pueden encontrar multitud de alusiones a ese espíritu de Reconquista casi desde su origen, tenemos ejemplos como la Crónica silense de principios del siglo XII en la cual se plasma la idea de continuidad política en los reinos cristianos con una patria visigótica perdida tras la invasión musulmana. Además otros reyes como Alfonso VI oy Alfonso VII el Batallador se declararon emperadores de España (Imperator totius Hispaniae), las alusiones constantes a España también son numerosas, lo cual demuestra ese afán de recuperar la patria perdida, que ya existía antes de la invasión musulmana de una forma claramente definida.
También en el siglo XI se contextualiza otro texto de sentido muy similar que registra una crónica árabe más tardía, obra del autor magrebí Ibn Idhari. En dicho texto, Fernando I, conde de Castilla y rey de León, aparece dirigiéndose en los términos siguientes a los habitantes de Toledo cuando trataba de lograr que le pagasen las parias o tributos que quería imponerles:
«Nosotros hemos dirigido hacia vosotros [sufrimientos] que nos procuraron aquellos de los vuestros que vinieron antes contra nosotros, y solamente pedimos nuestro país que nos lo arrebatasteis antiguamente, al principio de vuestro poder, y lo habitasteis el tiempo que os fue decretado; ahora os hemos vencido por vuestra maldad. ¡Emigrad, pues, a vuestra orilla [allende el Estrecho] y dejadnos nuestro país!, porque no será bueno para vosotros habitar en nuestra compañía después de hoy; pues no nos apartaremos de vosotros a menos que Dios dirima el litigio entre nosotros y vosotros».
Estos y otros textos que contienen obras medievales muy diversas permiten comprobar que las elites políticas y religiosas cristianas concibieron el proyecto de combatir a los musulmanes y de liquidar su presencia en territorio peninsular. Se trata de un hecho perfectamente documentado y que está fuera de toda duda.
El término "Reconquista" dependerá en gran medida de si se considera al cristianismo de las coronas cristianas pleno y bajo-medievales herederas del cristianismo alto-medieval. Ellos desde luego lo pensaban y las órdenes militares que se implicaron en ella (como los templarios) también, así como el mismísimo Vaticano. Incluso los musulmanes entendían una continuidad en este cristianismo de entonces con el de los visigodos. Solo un dato. Tras la caída de la ciudad de Toledo ante las tropas de Alfonso VI en 1085, los andalusíes pidieron ayuda a los almorávides para detener el avance cristiano. ¿Por qué la voz de alarma se produjo tras la toma de Toledo y no otra ciudad o territorio? Toledo era la vieja capital del Reino de los Visigodos, y marcaba un punto de inflexión moral en el equilibrio de fuerzas entre religiones en la Península Ibérica. O sea que incluso los musulmanes tenían en mente la lejana estructura política visigótica previa a la llegada de ésta religión a la Península Ibérica y sabían las implicaciones morales que tenía perder esta ciudad.
Por otro lado alegan a la desesperada que una reconquista no puede durar 800 años, sin tener en cuenta el contexto histórico. La Reconquista duró tanto por muchos factores, no fue una guerra convencional como tal. Los reinos cristianos durante los primeros siglos eran pequeños y no tenían la fuerza suficiente como para conquistar toda la península de golpe, puesto que tenían menos poder militar que los musulmanes, de hecho ya fue un milagro que aguantaran y no fueran barridos por la horda islámica. Además, fue un proceso que debía ser largo por obligación, era lógico que entre los reinos cristianos se crearan enfrentamientos, al igual que entre los musulmanes, además de amenazas externas como la francesa. No todos los reyes tenían la voluntad de avanzar y preferían la estabilidad, otros querían pero no podían, otros se guiaban más por sus intereses personales, etc, todo proceso histórico bélico de cierta duración tiene altibajos, las cruzadas y los reinos latinos, o la guerra de los cien años serían ejemplos de ello. Cabe destacar que durante este proceso se dieron peridos de paz y cohabitación (pero no convivencia, la gente vivía al lado, pero raramente se mezclaba), a finales del siglo XI , los almorávides expulsaron a muchos cristianos de zonas en las vivían desde el siglo IV.
Para más inri, los ocho siglos de "dominación musulmana" no fueron tales, ya que a mediados del siglo XIII la reconquista ya estaba llegando casi a su final, solo quedaba por conquistar el Emirato de Granada con una superficie de unos 35.000 km2 (un 7 % del total de España), el cual aguantó dos siglos más, gracias a su posición geográfica, al pago de tributos y a la ayuda militar de los benimerines.
Europa Ancestral
jueves, 26 de marzo de 2020
domingo, 22 de marzo de 2020
Series históricas para ver durante la cuarentena
Carlos, Rey Emperador (Imperio Español, Siglo XVI)
Roma (Julio César, Imperio Romano)
The Last Kingdom (Reino de Wessex y las invasiones vikingas)
Isabel (Reyes Católicos, Siglos XV-XVI)
Los Tudor (Enrique VIII, Siglo XVI)
The Terror (Imperio Británico, Siglo XIX)
Hijos del Tercer Reich (Alemania, Segunda Guerra Mundial)
Hatfields & McCoys (Guerra Civil americana, Siglo XIX)
Yo, Claudio (Imperio Romano)
Roma (Julio César, Imperio Romano)
The Last Kingdom (Reino de Wessex y las invasiones vikingas)
Isabel (Reyes Católicos, Siglos XV-XVI)
Los Tudor (Enrique VIII, Siglo XVI)
The Terror (Imperio Británico, Siglo XIX)
Hijos del Tercer Reich (Alemania, Segunda Guerra Mundial)
Hatfields & McCoys (Guerra Civil americana, Siglo XIX)
Yo, Claudio (Imperio Romano)
jueves, 19 de marzo de 2020
lunes, 2 de marzo de 2020
Menéndez Pelayo: el abuelo de la derecha tradicionalista española
Pocos se acuerdan ya de aquella sectaria directora de la Biblioteca
Nacional que, borracha de furia progresista, ordenó retirar una estatua
de Menéndez Pelayo. Eran los tiempos de Zapatero, claro. El caso es que,
gracias a aquel disparate, muchos españoles, contraeducados en la
tiranía del pensamiento único progre, descubrieron entonces la
existencia de Menéndez Pelayo. Y aprendieron, tal vez, que ese era el
nombre de uno de los mayores sabios de la Historia de España; una torre
cuya sombra sigue dando cobijo a nuestra cultura, a pesar de esa
cuadrilla de ratones que roe inútilmente sus cimientos. Un tipo, don
Marcelino, de inteligencia superdotada, que hablaba ocho lenguas
antiguas y modernas, con una capacidad de trabajo descomunal y una
memoria tan portentosa que podía recitar al pie de la letra un libro que
acababa de leer. Un auténtico genio.
¿Por qué aquella saña contra don Marcelino? Por una razón muy simple: Menéndez Pelayo es el principal referente intelectual de la derecha tradicional y católica española. Como tal, su pensamiento fue recogido por Acción Española y, después, por influyentes sectores del régimen de Franco. Terribles delitos que convirtieron a don Marcelino en un autor “maldito”, condenado al olvido: por políticamente incorrecto. ¿Y tan incorrecto es? Hoy sí, sin duda. Pero precisamente por eso nos interesa.
“Al Sr. Director de La Abeja Montañesa. Muy Sr. mío: Ha llamado mi atención el problema histórico que insertan ustedes en el n.º 143 de su apreciable periódico, y después de haber pensado un poco sobre ello, me parece que el hecho más notable ocurrido en España en la 2.ª hora de la 2.ª mitad del 2.º día del 2.º mes del 2.º año de la 2.ª mitad del 2.º siglo del establecimiento de la dinastía de Doña Isabel II de Borbón, o sea el 2 de Febrero de 1852, a las dos de la tarde, es la tentativa de regicidio del cura Merino contra la persona de nuestra actual soberana. Suplico a Vd. dispense la libertad que se toma su afectísimo…”.
Ese zagal de once años que resolvió el acertijo era Marcelino Menéndez Pelayo, un auténtico niño prodigio. Estudiante privilegiado, su vida va a transcurrir inclinada sobre los libros. Hay autores de los que puede narrarse una vida azarosa. De Menéndez Pelayo, no: su vida es su obra, porque no quiso vivir de otra manera. Pero esa obra es un monumento.
Tratándose
de un intelectual puro, la pregunta clave es cómo llegó Menéndez Pelayo
a definir su pensamiento, sus propias posiciones; cuándo y cómo decidió
defender las ideas que iba a defender. Para descubrirlo tenemos que
situarnos entre 1871 y 1875. España vive los años turbulentos de la
revolución, que ha derrocado a Isabel II en 1868, y la regencia; la
monarquía artificial de Amadeo de Saboya y después, en 1873, la caótica I
República. Marcelino es por entonces un adolescente; por su
inteligencia privilegiada ha entrado en la universidad con apenas 15
años. El ambiente cultural de España está dominado por el krausismo y la
masonería.
Menéndez Pelayo estudia en Barcelona entre 1871 y 1873. En ese año pasa a la Universidad de Madrid, y aquí se llevará uno de esos disgustos que le marcan a uno la vida: el catedrático de Metafísica Nicolás Salmerón, progresista y krausista, nombrado presidente de la I República, decide suspender a todos sus alumnos y les obliga a repetir curso sin haberlos examinado. Marcelino se toma semejante arbitrariedad como una afrenta, un desprecio. Si ya de por sí estaba predispuesto negativamente hacia el krausismo, la actitud despótica de Salmerón terminó de enemistarle con la izquierda española.
Armado con unos conocimientos oceánicos, Menéndez Pelayo comienza a escribir. Le guía un principio fundamental: poner en valor la cultura española, la herencia tradicional que los modernos pretenden marginar. Para don Marcelino, esa tradición es la vida misma, sin la que España moriría. Él lo explicaba así:
“Presenciamos el lento suicidio de un pueblo que, engañado por gárrulos sofistas, emplea en destrozarse las pocas fuerzas que le restan, hace espantosa liquidación de su pasado, escarnece a cada momento las sombras de sus progenitores, huye de todo contacto con su pensamiento, reniega de cuanto en la Historia hizo de grande, arroja a los cuatro vientos su riqueza artística y contempla con ojos estúpidos la destrucción de la única España que el mundo conoce, la única cuyo recuerdo tiene virtud bastante para retardar nuestra agonía. Un pueblo viejo no puede renunciar a su cultura sin extinguir la parte más noble de su vida y caer en una segunda infancia muy próxima a la imbecilidad senil”.
En 1876 escribe La ciencia española, una reivindicación de la tradición científica en España. Al año siguiente publica un trabajo puramente filológico: Horacio en España,
análisis de las traducciones de Horacio en nuestra literatura. Y en
1880 empieza una de sus obras más importantes: la monumental Historia de los heterodoxos españoles. Ese mismo año ingresa en la Real Academia Española. El joven académico apenas tiene 24 años.
En la Historia de los heterodoxos españoles hay que detenerse, porque es una obra capital. La idea había partido, una vez más, de Gumersindo Laverde, su mentor. Don Gumersindo quería que Marcelino escribiera unas semblanzas de célebres herejes o heterodoxos españoles. Pero esa idea, en manos de Menéndez Pelayo, termina convirtiéndose en ocho tomos de 500 páginas cada uno, donde se ejecuta un repaso profundísimo de la tradición católica española y de sus adversarios: los heterodoxos. Don Marcelino explica la vida espiritual española hasta el siglo XV, las herejías medievales, el Renacimiento, los brotes de protestantismo, el trabajo de la Inquisición, los judaizantes, las hechicerías, los afrancesados, la influencia de la Revolución Francesa… Todo ello lo hace nuestro autor desde una perspectiva estrictamente católica, y es aquí donde Menéndez Pelayo llega a la conclusión de que la historia de España sólo puede entenderse como la de una nación esencialmente católica, más aún: si prescindimos de la catolicidad, España no tiene sentido; si España dejara de ser católica, se desharía. Estas son sus famosas palabras:
“España,
evangelizadora de la mitad del orbe; España, martillo de herejes, luz
de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio, esa es nuestra grandeza y
nuestra unidad… no tenemos otra”.
Tan ingente producción no le impidió destacar en la vida pública. Entre 1884 y 1892 fue diputado a Cortes, y luego senador, por la Universidad de Oviedo y por la Academia Española. En 1898 fue nombrado director de la Biblioteca Nacional, cargo que ocuparía hasta 1912. En 1905 fue propuesto para el Nobel. Desde 1909 dirigió la Real Academia de la Historia.
Lo más notable de la obra de don Marcelino es que su trabajo de historiador no se agota en una mera cronología, sino que siempre aspira a encontrar lo permanente, aquellos elementos que marcan una continuidad, una columna vertebral inmutable. Eso lo vio muy bien Eugenio D’Ors, que lo explicaba así:
“Cuando Menéndez Pelayo se entregaba a la turbulencia dinámica de su esencial espíritu de historiador, pretendía cumplir un programa filosófico presidido por la inspiración más contraria a la Historia, por la inspiración de la Eternidad”.
Para Menéndez Pelayo, en el caso de España la cosa estaba clara: esa columna vertebral inmutable en la Historia, la clave de esa inspiración de eternidad, era el catolicismo. Y Ángel Herrera Oria lo definió con absoluta precisión: “Menéndez Pelayo consagró su vida a su patria. Quiso poner a su patria al servicio de Dios”.
En 1912, con sólo 55 años, Marcelino Menéndez Pelayo se marchó a ordenar la biblioteca del Paraíso. Murió en su ciudad natal, Santander, legando al Ayuntamiento su rica biblioteca particular: cuarenta mil volúmenes que todavía hoy pueden consultarse, porque la biblioteca está abierta al público. Tratándose de quien se trata, no es difícil imaginar cuáles fueron sus últimas palabras en el lecho de muerte:
“¡Qué pena morir, cuando me queda tanto por leer!”.
Lo que queda hoy de Menéndez Pelayo es una obra ingente. Para la cultura española es una referencia ineludible. Y para el pensamiento católico español, sigue siendo una eficaz guía de interpretación de toda nuestra Historia, de lo que España representa en la Historia universal. Por eso quieren derribar la torre de Menéndez Pelayo; no lo conseguirán jamás.
Fuente: La Gaceta
¿Por qué aquella saña contra don Marcelino? Por una razón muy simple: Menéndez Pelayo es el principal referente intelectual de la derecha tradicional y católica española. Como tal, su pensamiento fue recogido por Acción Española y, después, por influyentes sectores del régimen de Franco. Terribles delitos que convirtieron a don Marcelino en un autor “maldito”, condenado al olvido: por políticamente incorrecto. ¿Y tan incorrecto es? Hoy sí, sin duda. Pero precisamente por eso nos interesa.
El niño prodigio
¿Quién era Marcelino Menéndez Pelayo? Vamos a empezar por el principio. Estamos en Santander, en 1868. Un periódico local, La abeja montañesa, ha publicado un acertijo para que los lectores se rompan la cabeza. Reza así: ¿Qué ocurrió en España en la segunda hora de la segunda mitad del segundo día del segundo mes del segundo año de la segunda mitad del segundo siglo del establecimiento de la dinastía de Doña Isabel II de Borbón? Es un laberinto. Nadie lo sabe. ¿Nadie? No: al día siguiente, 23 de junio de 1868, un niño de once años responde al problema:“Al Sr. Director de La Abeja Montañesa. Muy Sr. mío: Ha llamado mi atención el problema histórico que insertan ustedes en el n.º 143 de su apreciable periódico, y después de haber pensado un poco sobre ello, me parece que el hecho más notable ocurrido en España en la 2.ª hora de la 2.ª mitad del 2.º día del 2.º mes del 2.º año de la 2.ª mitad del 2.º siglo del establecimiento de la dinastía de Doña Isabel II de Borbón, o sea el 2 de Febrero de 1852, a las dos de la tarde, es la tentativa de regicidio del cura Merino contra la persona de nuestra actual soberana. Suplico a Vd. dispense la libertad que se toma su afectísimo…”.
Ese zagal de once años que resolvió el acertijo era Marcelino Menéndez Pelayo, un auténtico niño prodigio. Estudiante privilegiado, su vida va a transcurrir inclinada sobre los libros. Hay autores de los que puede narrarse una vida azarosa. De Menéndez Pelayo, no: su vida es su obra, porque no quiso vivir de otra manera. Pero esa obra es un monumento.
Menéndez Pelayo estudia en Barcelona entre 1871 y 1873. En ese año pasa a la Universidad de Madrid, y aquí se llevará uno de esos disgustos que le marcan a uno la vida: el catedrático de Metafísica Nicolás Salmerón, progresista y krausista, nombrado presidente de la I República, decide suspender a todos sus alumnos y les obliga a repetir curso sin haberlos examinado. Marcelino se toma semejante arbitrariedad como una afrenta, un desprecio. Si ya de por sí estaba predispuesto negativamente hacia el krausismo, la actitud despótica de Salmerón terminó de enemistarle con la izquierda española.
Escoger partido
Como suele ocurrir en la vida, detrás de los grandes tropiezos se esconden grandes venturas. Menéndez Pelayo dejó la Universidad de Madrid, fue a terminar sus estudios a Valladolid y allí encontró al que habría de ser su principal mentor y consejero: su paisano Gumersindo Laverde, catedrático de Literatura y decano de Filosofía. Don Gumersindo conoció a Marcelino y se quedó impresionado por aquel jovencísimo pozo de ciencia. Le adoptó como discípulo. Fue don Gumersindo quien orientó a Menéndez Pelayo hacia el partido neocatólico, de carácter conservador. Fue también él quien protegió al joven talento. La carrera de Marcelino puede desarrollarse sin trabas. En 1874 se licencia con premio extraordinario (¡tenía sólo 18 años!) y acto seguido emprende un viaje por bibliotecas de Portugal, Italia, Francia, Bélgica y Holanda. Vuelve a España en 1877 y al año siguiente ya es catedrático de la Universidad de Madrid; con sólo 22 años.Armado con unos conocimientos oceánicos, Menéndez Pelayo comienza a escribir. Le guía un principio fundamental: poner en valor la cultura española, la herencia tradicional que los modernos pretenden marginar. Para don Marcelino, esa tradición es la vida misma, sin la que España moriría. Él lo explicaba así:
“Presenciamos el lento suicidio de un pueblo que, engañado por gárrulos sofistas, emplea en destrozarse las pocas fuerzas que le restan, hace espantosa liquidación de su pasado, escarnece a cada momento las sombras de sus progenitores, huye de todo contacto con su pensamiento, reniega de cuanto en la Historia hizo de grande, arroja a los cuatro vientos su riqueza artística y contempla con ojos estúpidos la destrucción de la única España que el mundo conoce, la única cuyo recuerdo tiene virtud bastante para retardar nuestra agonía. Un pueblo viejo no puede renunciar a su cultura sin extinguir la parte más noble de su vida y caer en una segunda infancia muy próxima a la imbecilidad senil”.
En la Historia de los heterodoxos españoles hay que detenerse, porque es una obra capital. La idea había partido, una vez más, de Gumersindo Laverde, su mentor. Don Gumersindo quería que Marcelino escribiera unas semblanzas de célebres herejes o heterodoxos españoles. Pero esa idea, en manos de Menéndez Pelayo, termina convirtiéndose en ocho tomos de 500 páginas cada uno, donde se ejecuta un repaso profundísimo de la tradición católica española y de sus adversarios: los heterodoxos. Don Marcelino explica la vida espiritual española hasta el siglo XV, las herejías medievales, el Renacimiento, los brotes de protestantismo, el trabajo de la Inquisición, los judaizantes, las hechicerías, los afrancesados, la influencia de la Revolución Francesa… Todo ello lo hace nuestro autor desde una perspectiva estrictamente católica, y es aquí donde Menéndez Pelayo llega a la conclusión de que la historia de España sólo puede entenderse como la de una nación esencialmente católica, más aún: si prescindimos de la catolicidad, España no tiene sentido; si España dejara de ser católica, se desharía. Estas son sus famosas palabras:
Buscar lo permanente
No fue la única obra monumental de don Marcelino. De hecho, todo en él es monumental. Entre 1883 y 1891 publica cinco tomos de la Historia de las ideas estéticas en España, completísimo compendio de la estética literaria y artística a lo largo de la tradición cultural española. En 1890 comienza a publicar las Obras de Lope de Vega en trece tomos y una extraordinaria Antología de poetas líricos castellanos de la Edad Media: el Arcipreste de Hita, Villena, Jorge Manrique, etc. A partir de 1905 publica los tres tomos de su estudio sobre los Orígenes de la novela, centrado en las imitaciones de La Celestina en el siglo XVI. Y habría más obras; en particular, cuatro tomos de una Antología de poetas hispano-americanos que son una exhaustiva historia de la poesía hispanoamericana y que, por cierto, fueron celebradísimos en América.Tan ingente producción no le impidió destacar en la vida pública. Entre 1884 y 1892 fue diputado a Cortes, y luego senador, por la Universidad de Oviedo y por la Academia Española. En 1898 fue nombrado director de la Biblioteca Nacional, cargo que ocuparía hasta 1912. En 1905 fue propuesto para el Nobel. Desde 1909 dirigió la Real Academia de la Historia.
Lo más notable de la obra de don Marcelino es que su trabajo de historiador no se agota en una mera cronología, sino que siempre aspira a encontrar lo permanente, aquellos elementos que marcan una continuidad, una columna vertebral inmutable. Eso lo vio muy bien Eugenio D’Ors, que lo explicaba así:
“Cuando Menéndez Pelayo se entregaba a la turbulencia dinámica de su esencial espíritu de historiador, pretendía cumplir un programa filosófico presidido por la inspiración más contraria a la Historia, por la inspiración de la Eternidad”.
Para Menéndez Pelayo, en el caso de España la cosa estaba clara: esa columna vertebral inmutable en la Historia, la clave de esa inspiración de eternidad, era el catolicismo. Y Ángel Herrera Oria lo definió con absoluta precisión: “Menéndez Pelayo consagró su vida a su patria. Quiso poner a su patria al servicio de Dios”.
En 1912, con sólo 55 años, Marcelino Menéndez Pelayo se marchó a ordenar la biblioteca del Paraíso. Murió en su ciudad natal, Santander, legando al Ayuntamiento su rica biblioteca particular: cuarenta mil volúmenes que todavía hoy pueden consultarse, porque la biblioteca está abierta al público. Tratándose de quien se trata, no es difícil imaginar cuáles fueron sus últimas palabras en el lecho de muerte:
“¡Qué pena morir, cuando me queda tanto por leer!”.
Lo que queda hoy de Menéndez Pelayo es una obra ingente. Para la cultura española es una referencia ineludible. Y para el pensamiento católico español, sigue siendo una eficaz guía de interpretación de toda nuestra Historia, de lo que España representa en la Historia universal. Por eso quieren derribar la torre de Menéndez Pelayo; no lo conseguirán jamás.
José Javier Esparza
Fuente: La Gaceta
domingo, 23 de febrero de 2020
Los Evocati
Evocatus (evocatien plural) era el término latinopara un soldado del ejército romano que había cumplido su tiempo de servicio y obtenido una licencia (missio), pero se realistaba otra vez por invitación del cónsul u otro comandante. En la serie Roma de HBO Lucio Voreno después de abandonar el ejército con el rango de centurión, se realistó como evocati gracias a Marco Antonio.
Siempre existió un número considerable de evocati en cada ejército de importancia, y cuando el general era uno de los favoritos entre los soldados, el número de veteranos que se unían a su estandarte se incrementaba. El evocati era oficialmente liberado de deberes militares comunes como fortalecer el campamento y hacer carreteras. Tenían un rango más alto en el ejército que los legionarios comunes.
Parecen haber sido ascendidos frecuentemente al rango de centuriones y eran normalmente los portadores de la vara de mando y de disciplinar a sus compañeros legionarios.
Siempre existió un número considerable de evocati en cada ejército de importancia, y cuando el general era uno de los favoritos entre los soldados, el número de veteranos que se unían a su estandarte se incrementaba. El evocati era oficialmente liberado de deberes militares comunes como fortalecer el campamento y hacer carreteras. Tenían un rango más alto en el ejército que los legionarios comunes.
Parecen haber sido ascendidos frecuentemente al rango de centuriones y eran normalmente los portadores de la vara de mando y de disciplinar a sus compañeros legionarios.
domingo, 12 de enero de 2020
René Guénon y Julius Evola: masonería, "new age" y neofascismo
Un autor, poco conocido por el público en general, viene
ejerciendo una notable influencia en ambientes tan distintos,
aparentemente, como son los siguientes: sectores de la masonería, grupos
ecologistas, estudiosos del simbolismo, seguidores de la llamada "new
age", algunos católicos amigos de lo esotérico y ¡grupos neofascistas!
Son muy numerosas las librerías de temática esotérica existentes en
España; además, apenas hay librerías de cierta entidad que no reserven
un espacio a estas materias. Junto a estanterías que albergan todo tipo
de textos de orientación esotérica y "ciencias" afines, suele figurar un
espacio importante dedicado a la masonería: libros de todo tipo,
estudios históricos, publicaciones internas y semioficiales de algunas
obediencias. También es importante la presencia de textos de autores
masones con prestigio en ciertas materias (caso de estudios de simbolismo).Las corrientes "espirituales" que integran el fenómeno actual de la "new age" mantienen una estrecha relación con la masonería. No en vano, comparten una buena serie de principios comunes: subjetivismo moral, sincretismo religioso, individualismo, relativismo filosófico, reducción del cristianismo a "una religión más", deísmo, etc. Así, la "new age" constituiría, en el actual "supermercado espiritual", una vulgarización de los valores masónicos, integrando, en el plano religioso, el pensamiento "políticamente correcto".
A continuación vamos a realizar una rápida aproximación al pensamiento y obra de René Guénon, como concreción de las anteriores afirmaciones, al tratarse de una figura especialmente significativa cuya influencia puede encontrarse en medios muy dispares.
René Guénon.
Este escritor francés, nacido católico en 1886 y muerto musulmán en El Cairo en 1951, es autor de una compleja obra, de pretensiones metafísicas, cuya influencia sigue siendo notable entre masones, ecologistas, neofascistas (de la mano de su discípulo Julius Evola), los autodenominados "tradicionalistas guenonianos", adeptos de la "new age" de todo tipo, incluso entre algunos católicos (franceses en particular) interesados en el esoterismo.Iniciado muy joven, perteneció a varias logias masónicas, tanto regulares como irregulares. Hermano "dormido" durante muchos años, hasta el final de sus días se consideró masón, conforme su propia interpretación de la "orden".
Según testigos cualificados, el propio René Guénon habría formado parte de una "maestría" secreta, integrada por titulares de grados superiores de la masonería, interesados en un trabajo iniciático y metafísico, alejados de toda pretensión política.
A su juicio, el "depósito iniciático y metafísico" del cristianismo se conservaba en la Orden del Temple hasta su disolución. Algunos templarios se refugiaron en Escocia, ingresando en la Gran Logia Real de Edimburgo. Allí transmitieron sus conocimientos, de donde pasaron a la masonería actual, percibiéndose su influencia en algunos grados de diversos ritos masónicos. Esta interpretación no es asumida por la mayoría de los estudiosos masónicos, que la califican de antihistórica. Pero los discípulos de Guénon hablan de la importancia simbólica e iniciática del "mito", más decisiva que su realidad histórica literal.
Para Guénon, la tradición iniciática (expresión de la que denomina Gran Tradición Primordial, uno de cuyos reflejos sería el fondo común de todas las religiones o Unidad Trascendente de las Tradiciones) de Occidente, sólo es posible rastrearla en la Iglesia católica que, a su juicio, ha perdido todo sentido esotérico (u oculto), y en la propia masonería. En ésta confluirían, siempre según Guénon, las grandes tradiciones esotéricas occidentales: hermetismo (cuya expresión más conocida sería la de los rosacruces), el pitagorismo (estudios de geometría y arquitectura desde una clave esotérica), el cristianismo (Orden del Temple, algunas prácticas ascéticas y simbólicas) y el judaísmo (la cábala).
En este contexto, la masonería constituiría una vía adecuada para el trabajo iniciático propuesto, de ahí que aprobara la creación de una logia de guenonianos, dentro de la Gran Logia Nacional Francesa, que optaron por esa vía: La Gran Tríada.
Julius Evola.
Uno de los discípulos más aventajados que desarrolla, a partir del anterior Maestro, una línea intelectual propia y de quien arranca una escuela con implicaciones políticas, fue Julius Evola.Italiano, escritor prolífico, artista, desarrolla una peculiar interpretación del fascismo desde una perspectiva "tradicional", concibiéndolo como un intento desesperado —y no puro-- de retornar a un "orden tradicional", entendido a la manera de Guénon, pero algo más cercano a la civilización cristiana europea. Le proporciona, además de una estrategia, una base teórica elitista y aristocrática, enmarcada en una concepción cíclica de la historia. Sus textos "El fascismo visto desde la derecha", "Los hombres y las ruinas" y su opúsculo "Orientaciones", han sido la guía de muchos militantes neofascistas.
De ahí su atractivo para las jóvenes generaciones neofascistas de la posguerra, que todavía llega a Italia y otros países, en los ambientes de la llamada "tendencia nacional-revolucionaria". En España esta corriente también encontró algunos seguidores, barceloneses los más cualificados (en particular, los promotores de Ediciones Alternativa), entre diversos grupos de la "derecha nacional y radical".
Tanto Evola como Guénon (Ediciones Obelisco de Barcelona ha editado casi todas las obras del segundo autor en castellano) también han sido objeto de particular atención por los seguidores españoles de la "Nueva Derecha", alguno de ellos procedente del neofascismo nacional-revolucionario, al igual que por parte de sus demás correligionarios europeos.
Nota: Las opiniones de Evola sobre el cristianismo están basadas en un conocimiento muy superficial y limitado del mismo, propio de su época en una Italia que había sido muy influenciada intelectualmente por las ideas masónicas hasta la llegada de Mussolini; y para intentar darle sentido a sus teorías, intenta desterrar el espíritu cristiano de la edad media, pasando por alto que fue la época más profúndamente cristiana de Europa en todos los sentidos, sin ningún tipo de duda. Aun así, lo cortés no quita lo valiente y reconocemos que Evola ofrece algunas ideas interesantes y válidas en lo filosófico/político, el problema está en su enfoque espiritual, claramente distorsionado por la moda esotérica de principios del siglo XX de la cual bebió él y otros tantos pensadores de la época.
Este tipo de tendencias esotéricas cripto-masónicas en mayor o menor grado, han sido promovidas por éstos y otros intelectuales especialmente para difundirlas en los ambientes neofascistas llevándolos por un camino que poco tiene que ver con la tradición real de la civilización europea, que es cristiana, (Europa era conocida hasta hace pocos siglos como Cristiandad), y que como podemos imaginar beneficia a los enemigos del propio fascismo, ya que acercándolos a su propia postura "religiosa" pueden acabar consiguiendo que éstos luchen por determinados fines propios de la masonería, sin sospecha alguna. Cabe destacar que un pagano europeo de la antigüedad poco o nada tiene que ver con este tipo de filosofía esotérica, más al contrario, espiritualmente tenían un pensamiento y unos valores más cercanos al cristianismo.
Conclusiones
René Guénon y Julius Evola (éste desde una perspectiva más "política"). Aparentemente coherentes, atractivos y sugerentes, proporcionan herramientas intelectuales para quiénes desean forjarse una cosmovisión "a la carta" de cierta consistencia, cosa que no sucede con muchas variantes actuales de la new age.Hasta aquí hemos encontrado, sobre todo en lo que respecta al primero de los autores mencionados, buena parte de los ingredientes serios de la "new age".
Para un católico, el camino, la verdad y la vida tiene un rostro concreto: Jesucristo. Y un lugar preciso: la Iglesia católica. Ese rostro y ese lugar son accesibles para todo tipo de hombres, mientras que la "vía Guénon" sólo es posible para unos pocos (tirando de vanidad espiritual, tan propia de la masonería y de otras sectas). La Tradición en la Iglesia es una, su compañía humana es una presencia carnal concreta, y el Magisterio una ayuda permanente. Para la "vía Guénon", cada persona puede ser su propio Maestro, salvo que, de forma que desconocemos, "contacte" con los "Superiores desconocidos" y desarrolle su propio camino como discípulo (punto característico de muchas escuelas new age, empezando por la Sociedad Teosófica de Blavatsky).
De nuevo, la Iglesia (tradicional) es un espacio de humanidad y racionalidad, frente al camino —prepotente y poco humano-- que nos proponen René Guénon y demás inspiradores de la "new age".
Fuente: Fernando José Vaquero Oroquieta de www.conoze.com
Este artículo contiene algunas notas añadidas por Europa Ancestral.
Artículos relacionados:
Ocultismo y paganismo "nazi", ariosofía, la new age y la masonería