lunes, 10 de agosto de 2015

La Devotio, el código de honor de los iberos.


Entre los iberos, como entre los germanos y los celtas, existió una institución social y militar, no fundada en la sangre sino en una relación personal libremente contraída de fidelidad y servicios recíprocos, creada preferentemente para la guerra.


Una forma especial de ese vínculo entre los iberos, especialidad originada por un fin que no aparece en la forma genérica, la devotio, fue arrancada por los celtistas al medio ibérico y aclimatada en las Galias como celta, por una mala lectura que de César hizo Nicolás de Damasco. Dos historiadores, uno de la antigua Galia, otro de la España primitiva, la han restituído a su verdadero e indudable origen ibérico.





La devotio ibérica es una costumbre que se encuentra en varios pueblos prerromanos de toda Europa (iberos, celtas, cántabros, celtí­beros, lusitanos, etc). A través de ella un guerrero (devotus) engrosaba la clientela de un personaje importante (patronus) mediante un contrato por el que se comprometí­a a defender a aquél y a no sobrevivirle en el combate. Se cree que existí­a algún tipo de ritual o ceremonia para su consagración, pero se desconoce en qué consistí­a. El honor y la lealtad son los principios que rigen esta figura.
Otros pueblos tenían un tipo de clientela parecida: los galos la de los soldurii y los germanos el comitatus, aunque en esta no existía el juramento ante los dioses.
La devotio ibérica era una forma especial de clientela militar existente en la sociedad ibera prerromana. Se trataba de vincularse por una doble vertiente:
    Por un lado, los clientes o devoti, consagraban su vida a su rey o jefe, al que tenían la obligación de proteger en el combate, a cambio de su protección, mantenimiento y un mayor estatus social, ya que el jefe pertenecía a la clase dominante, y esto se reflejaba en sus clientes.
    La otra vertiente, es la divina. Los soldurios, consagraban su vida a una divinidad para que se dignase a aceptarla en el combate a cambio de la salvación de su jefe; por ello, debían protegerle con sus armas y su cuerpo aun a costa de su vida. De ahí, que los devoti, estuviesen obligados a suicidarse en caso de que su jefe muriera, ya que sus vidas eran ilícitas al no haber sido aceptadas en trueque por la divinidad. El ofrecimiento de una vida para lograr la salvación de otra supone la creencia en una divinidad de la muerte, cuya actuación, si no puede detenerse, es susceptible de ser desviada. Si los guerreros fallaban en su misión de protección y su jefe moría, éstos se quitaban la vida por su propia mano ya fuese con armas si aún disponían de ellas, o incluso tirándose por un acantilado, se describen situaciones en las que cientos de íberos se lanzaban por los acantilados para cumplir con la devotio y para no caer en manos enemigas, para ellos era una cuestión de honor.


La devotio tenía un fuerte elemento religioso, la vida del jefe se encuentra más que ninguna otra expuesta al trance fatal y no sólo como efecto de que el enemigo, durante la pelea, había de dirigir sus golpes con preferencia contra él, sino porque podía comprometer por medio de la intervención de un elemento mágico a las potencias sobrenaturales para que arrebatasen aquella vida. El medio de desviar la acción de estas potencias así atraídas, era el de establecer una relación contractual con ellas, para obligarlas a que en el momento de su intervención, aceptasen el sacrificio de la vida que se les ofrecía a cambio.




Cuales eran los nombres de esas divinidades entre las tribus iberas y celtíberas? He aquí una pregunta a la que por el momento no puede darse contestación. Se ha hecho mención en algunos escritos, de una diosa infernal, Ataecina turibrigense, pero son meras conjeturas. Eran divinidades celestes o telúricas? Como la anterior queda incontestada, esta pregunta; únicamente ateniéndose a lo que sucedía en la devotio romana podría concluírse que eran divinidades infernales, pero no se tiene por el momento ninguna información fidedigna sobre las divinidades ibéricas a las cuales se invocaba durante la devotio.
En la devotio influyó el extraordinario poder de atracción que sobre el ánimo de los íberos ejercieron las cualidades personales de los líderes natos, dese Viriato a Escipión pasando por Sertorio.
Un ejemplo de juramento de la devotio, se puede encontrar en el concluido por Escipión y el líder ilergete Indíbil, poco después de abandonar éste el partido de los cartagineses, a causa de los atropellos de que le habían hecho víctima, sintiéndose traicionado. Según cuenta Polibio, se instituyó entre ambos, mediante la promesa verbal "fides", fortalecida por la prestación de un juramento o alianza, concluído no con carácter transitorio sino permanente. 


Se ha visto que la devotio era un contrato independiente del que se concluía con el jefe, que expresaba la relación establecida entre un hombre y la divinidad en favor de una tercera persona, la cual para nada tenía que intervenir en la institución del pacto. En cuanto a la consideración, por parte de los soldurios, de la ilicitud de la vida una vez muerto el jefe, pronto se va a ver que respondía a otro orden de ideas, teniendo un origen distinto del de la institución de la devotio.
Suponiendo que no sea consecuencia de la devotio, en la que era esencial salvar la vida del jefe a toda costa, la ilicitud de la vida de los soldurios, ¿a qué orden de ideas obedecía y cuál era su causa? Una vez muerto su jefe y quebrantado su juramento de lealtad debido a que no habían podido protegerlo, la vida ya no tenía sentido y lo más honorable para ellos era ponerle fin, no es raro encontrar entre los hombres de la España primitiva el suicidio. Los escritores de la antigüedad presentan a esos hombres esperando la muerte violenta con íntima alegría y siempre prestos a ofrecerse a ella en determinados momentos.
Este desprecio a la vida, según ellos, lo engendra el valor y se desenvuelve en el ambiente de lucha continua en que viven las tribus. En el tiempo actual se habla del fanatismo en la defensa de la patria propio a nuestro pueblo. Todos los suicidios se pliegan dócilmente a esas explicaciones; por lo general, tras la mención del hecho surge el comentario de la inutilidad de la vida sin las armas, o al hablar de la íntima unión que entre ellas y los hombres se percibe, se habla de su profundo desprecio hacia la vida. Asi Silio, describiendo el carácter de los españoles, ensalza el esfuerzo de su ánimo para acelerar el fin de la vida, esto recuerda a los samuráis, que tenían una actitud similar. De igual manera Tito Livio, tras de contar cómo muchos de los desarmados por Catón se suicidaron, dice que obraron de tal manera poeque no podían vivir sin guerrear.





Esta práctica estaba muy extendida, y no sólo se usaba entre miembros del mismo pueblo: según historiadores clásicos (Tito Livio y Plutarco entre otros), los generales romanos que fueron a la Península, utilizaron escoltas formadas por devoti. Para estos militares, la devotio tenía ventajas sobre la clientela romana: el juramento a los dioses obligaba al cliente con más fuerza, aunque era una fidelidad interesada como la de Sagunto a Roma o la de los edetanos a Escipión. Es probable que las defensas de ciudades como Numancia o Sagunto, y la resistencia que mostraban los guerreros frente a los romanos tuviese como fondo la devotio, que impedía su rendición sin órdenes directas de su jefe.
En el contacto entre los Romanos y los hispanos, los generales se vincularon a la devotio ibérica e incluso, durante las guerras civiles del último siglo de la República Romana, varios generales romanos emplearían este sistema para rodearse de una perfecta y leal guardia personal; éste sería el uso empleado por Sertorio, César y Afranio.
Con el tiempo, como ya hemos visto, Roma utilizó esta institución, al igual que el hospitium y otras, respetándolas primero y modificándolas conforme a sus intereses después.

Notas:
1. La devotio consiste en una forma más que asume la clientela militar, siendo una institución que se forma en el tránsito de una sociedad sin clase a una de clases.
2. Al estar basada en la guerra el mantenimiento de la coerción militar es indispensable.
3. El aspecto religioso es básico como distintivo de las otras formas de clientelas militares; éste servirá:
a) como recuerdo de la ilusión perdida.
b) como forma de reforzamiento ideológico de la dependencia que ya existía en el plano material.
4. No hay que concebir la devotio como algo estático sino dinámico, con cambios producidos por los mismos conflictos sociales internos y externos.
5. La intervención romana fue primordial para que se realizase la transformación y extinción de la devotio, a través de diversos mecanismos:
a) asimilándola a los generales romanos
b) como forma de reclutamiento
c) como instrumento inductor del culto imperial
d) fusionándola y asimilándola a las instituciones romanas más cercanas: clientela, votum, culto imperial.


Fuentes: "La "devotio" ibérica. Los soldurios." Anuario de Historia del Derecho Español, Tomo I, Madrid, 1924