Dos fechas se barajan como las más probables para fijar la entrada de éstos pueblos bárbaros en España, el 28 de septiembre o el 13 de Octubre del 409 d.c.
La invasión se produjo a través de los pasos pirenaicos custodiados por los "Honoriaci". Estos mercenarios de origen bárbaro habían sido contratados por los romanos para evitar internadas poco deseables para la población hispano-romana que, por entonces, andaba enzarzada en una contienda absurda provocada por las aspiraciones de unos y otros de conseguir el dominio del Imperio Romano de Occidente. De todo ello se aprovecharon los pueblos germánicos, sin olvidar que, a su vez, venían siendo empujados por el temible poder de los hunos.
Los honoriaci ni supieron ni quisieron combatir a los 200mil suevos, vándalos y alanos que les cayeron encima. No fue difícil para estas tribus diseminarse por la península ibérica en pocos meses. La destrucción y saqueo fue de alto calibre, y las escasas milicias acantonadas en el territorio se mostraron incapaces de frenar a unas tropas muy determinadas a sobrevivir a cualquier precio.
La invasión se produjo a través de los pasos pirenaicos custodiados por los "Honoriaci". Estos mercenarios de origen bárbaro habían sido contratados por los romanos para evitar internadas poco deseables para la población hispano-romana que, por entonces, andaba enzarzada en una contienda absurda provocada por las aspiraciones de unos y otros de conseguir el dominio del Imperio Romano de Occidente. De todo ello se aprovecharon los pueblos germánicos, sin olvidar que, a su vez, venían siendo empujados por el temible poder de los hunos.
Los honoriaci ni supieron ni quisieron combatir a los 200mil suevos, vándalos y alanos que les cayeron encima. No fue difícil para estas tribus diseminarse por la península ibérica en pocos meses. La destrucción y saqueo fue de alto calibre, y las escasas milicias acantonadas en el territorio se mostraron incapaces de frenar a unas tropas muy determinadas a sobrevivir a cualquier precio.
Los suevos se concentraban en la provincia de Gallaecia (Galicia), estableciendo la capital de su reino en la antigua metrópoli romana Bácara Augusta, la futura Braga portuguesa. Este pueblo germánico provenía de los territorios situados entre el Rhin, el Danubio y el Elba, y dieron nombre a la región alemana de Suevia. Ya en tiempos de Julio César se hablaba de ellos como un pueblo guerrero y numeroso.
En el 411, tras limpiar de enemigos la zona invadida y someter a los supervivientes, se federaron con Roma para futuras campañas militares. Los suevos consiguieron permanecer independientes por más de siglo y medio, hasta su fusión con los visigodos. En ese tiempo fueron paganos, arrianos y finalmente se hicieron católicos (antes que los visigodos), toda una epopeya religiosa para una tribu orgullosa y de carácter indómito. Veamos ahora algo más sobre los compañeros de viaje elegidos por los suevos.
En la invasión del 409 se podían diferenciar dos grupos muy poderosos en el seno de los vándalos; nos referimos a los asdingos y los silingos. Los primeros permanecieron junto a los suevos en la provincia de Gallaecia, mientras que los segundos optaron por internarse en la Bética (Andalucía). Los vándalos provenían de lageografía báltica de Germania, pero a diferencia de sus aliados ocasionales, mantenían el sueño de ocupar todo el norte de África, principalmente los silingos que lo intentarían poco después de su llegada a Hispania. Aun así, tuvieron oportunidad de dar nombre a la región por la que transitaron: Vandalucía.
Los alanos constituían la etnia más curiosa y extraña de todas las que llegaron a Hispania en esos años. Eran germánicos de origen iranio, posíblemente su génesis se produjo dentro de los escitas en la Sarmacia caucasiana. Se expandieron por Europa y África siendo conocidos desde tiempos muy antiguos por su belicosidad y manera de entender la vida. El término de alanos podría provenir de raíz griega, por lo que significaría "los vestidos de negro"; otras interpretaciones nos pondrían en contacto con la lengua escita (Alain significaba montaña). Aquellos montañeses germánicos-asiáticos de negra vestimenta eran desdeluego tipos muy visibles; los historiadores antiguos los describen como rubios de gran envergadura física y muy resistentes, además de polígamos, crueles, salvajes y superticiosos. Los alanos mantenían una estructura social y política muy simple, sin instituciones religiosas y sin un sistema de castas donde estuviera presente la esclavitud.
Como curiosidad se puede contar que el trofeo de guerra favorito para los alanos era la piel del cráneo de sus enemigos. Parece que a estos hermosos guerreros les encantaba colocar ese premio colgando de las monturas de sus caballos.
Los alanos se establecieron en las provincias de Lusitania y Cartaginense sin lograr una influencia clara en la población nativa, a diferencia de sus aliados invasores que sí dejaron una huella indeleble en el ánimo y sentir de los hispano-romanos.
Hispania en el año 416
Ésa era la situación y distribución de los tres contingentes bárbaros en el 416, cuando el rey visigodo Walia pactó con los romanos una guerra total para expulsar a los enemigos de Roma en Hispania. Comenzaron dos años de combates, avances y retrocesos por ambas partes, pero los visigodos se acabaron imponiendo. La preparación militar de las tropas visigodas superaba con creces la de sus contendientes. Muy pronto los soldados de Walia comenzaron a derribar el efímero poder de los bárbaros intrusos. Hostigaron a los vándalos silingos en la Bética y pulverizaron a los grupos de alanos que andaban desperdigados por la Cartaginense y la Lusitania. El rey silingo Fridibalgo fue vencido y capturado en el 417, el jefe alano Atax fue igualmente derrotado y muerto en batalla. En menos de dos años, suevos y vándalos asdingos se encontraban cercados en la cornisa noroeste de la Península Ibérica, y además a estos grupos se unieron a los supervivientes de los vencidos. Cuando los visigodos iban a marchar sobre ellos, Walia recibió la llamada del general romano Constancio, el cual le proponía regresar con el grueso de su ejército para acantonarse en el sur y este de las Galias.
Era el año 418, y el rey Walia conseguía para los visigodos un reino donde establecerse definitivamente con capital en Tolosa, en regimen de hospitalitas de Roma. A continuación los visigodos volverían a dirigir su mirada hacia suevos y vándalos que se habían reorganizado ocupando Lusitania y parte de la Bética, aunque éstos se enfrentaron y los segundos optaron por una retirada masiva tierras africanas entre el 429 y el 432. Se calcula que en ese periodo unos 80.000 vándalos salieron de Hispania para crear el primer reino germánico en África con capital en la antigua Cartago.
Los suevos acabaron siendo arrinconados una vez más en Gallaecia y acabaron pactando con los visigodos, convirtiéndose en sus aliados, alternando durante más de un siglo periodos de paz y guerra ya que se rebelaron en varias ocasiones, hasta los tiempos de Leovigildo, que acabó de manera definitiva con el reino suevo y pasaron a ser vasallos del reino visigodo de España.
Invasión del norte de África por parte de los vándalos, después de retirarse de Hispania, en el año 429.
Fuente:
La aventura de los godos - Cebrián.
Anotaciones de Europa Ancestral.
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