lunes, 13 de enero de 2025

La Incompatibilidad entre Julius Evola, la tradición "primordial" y el Catolicismo

Puede parecer que el pensamiento de Julius Evola y el catolicismo tradicional, a simple vista, compartan ciertos puntos de interés en la crítica a la modernidad, pero sus fundamentos filosóficos y espirituales son del todo contrapuestos.

Evola construyó su doctrina a partir de un tradicionalismo esotérico, influenciado por autores como René Guénon y Nietzsche, así como por religiones orientales como el hinduísmo y el budismo. En su visión, la espiritualidad se basa en una pretendida tradición primordial que trasciende los dogmas religiosos específicos, privilegiando interpretaciones simbólicas y esotéricas, visión que comparte con la masonería y el judaísmo cabalístico

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Este enfoque lo llevó a desarrollar un marco de pensamiento en el que la autotrascendencia —mediante la gnosis— se convierte en el objetivo principal del ser humano a través de prácticas espirituales centradas en uno mismo, como la meditación budista o determinadas prácticas ascéticas, sin depender de un Dios personal. En toda creencia gnóstica, Dios no participa directamente, es uno mismo el que evoluciona espiritualmente sin ayuda de Dios. Este enfoque deísta está presente en todos los movimientos contrarios al catolicismo que se han dado a lo largo de la historia y que siguen estando presentes, hoy más que nunca. El último de estos movimientos y que más presencia tiene hoy en día —por diversos factores— es el de la Nueva Era. Y es que el pensamiento de Evola coincide en muchos de los puntos fundamentales defendidos por la Nueva Era, para el pesar de los partidarios del pensamiento evoliano y pese a que ésta es mucho más simple que el pensamiento desarrollado por el pensador italiano.

El rechazo frontal de Evola al cristianismo es otro de los puntos que marca una brecha insalvable con la doctrina católica. Para él, el cristianismo había —supuestamente— debilitado los valores heroicos y aristocráticos de las antiguas tradiciones europeas, reemplazándolos con una ética que consideraba igualitaria y decadente. En su lugar, prefería rescatar elementos de tradiciones paganas y precristianas, a las que atribuía un carácter más "solar" y heroico. Este neopaganismo, además de mera ficción decimonónica, es incompatible con el cristianismo, que entiende la historia como un camino hacia la redención a través de Cristo.

En el centro del pensamiento católico está la revelación divina, transmitida a través de la Escritura, la Tradición y el Magisterio de la Iglesia. Para el catolicismo, la salvación es un don de la gracia de Dios, accesible a todos los hombres, y no un logro reservado a una élite espiritual. El cristianismo coloca a Jesucristo, Dios encarnado, como el centro de la existencia humana, por el cual la humanidad ha sido redimida a través de su sacrificio en la cruz.

Otro punto de fricción insalvable es el enfoque individualista y elitista de Evola frente al carácter comunitario y humilde de la espiritualidad cristiana. Mientras que Evola valora la búsqueda personal de trascendencia — al modo oriental — como un esfuerzo superior reservado para unos pocos, el catolicismo insiste en la necesidad de la comunidad eclesial y de los sacramentos como medios a través de los cuales Dios ofrece su gracia. Además, el rechazo de Evola a los dogmas y a cualquier tipo de autoridad espiritual contradice directamente el papel central que la Iglesia tiene en la vida cristiana. Una vez más, aquí coincide con las creencias de la masonería.

Por otro lado, la crítica compartida al modernismo, aunque podría parecer un punto de convergencia, se da desde perspectivas muy distintas. Evola denuncia el materialismo, el liberalismo y la secularización como síntomas de un mundo que ha perdido su conexión con la espiritualidad “primordial”, pero como Evola es un producto más de la modernidad ilustrada y masónica, su solución es buscar una trascendencia basada en un esoterismo individual y neopagano con marcadas influencias orientales. Sincretismo relativista puro y duro.

LA CRISIS DEL MUNDO MODERNO" (1927)✍🏻 RÉNE GUÉNON - YouTube Rene Guenon además de apoyar a la masonería regular por considerarla poco corrompida por la modernidad, se convirtió al Sufismo musulmán por considerarlo como el pensamiento religioso más cercano a dicha tradición.

 

El catolicismo, por el contrario, critica el modernismo desde la firme convicción de que la verdad ha sido plenamente revelada en Cristo, y que es a través de la fidelidad a esa revelación como se puede enfrentar la crisis espiritual de la modernidad.

El pensamiento de Evola sobre la trascendencia puede ser clasificado como gnóstico— aunque no abrace el concepto de "demiurgo"—, en tanto que enfatiza un conocimiento oculto y un esfuerzo personal interno para evolucionar espiritualmente. Sin embargo, desde la perspectiva cristiana, este enfoque es profundamente antropocéntrico y ajeno a la necesidad de la gracia divina. La religión católica no concibe la salvación como algo que el hombre pueda alcanzar por sí mismo, sino como un don gratuito de Dios, ofrecido a través de Jesucristo y accesible por medio de la Iglesia.

Como podemos observar, aunque puedan existir ciertos paralelismos superficiales en la crítica al mundo moderno y en la valoración de lo espiritual, las doctrinas de Julius Evola y del Catolicismo tradicional están en una clara oposición. Evola propone un enfoque esotérico y neopagano que niega los principios fundamentales de la fe cristiana, como la centralidad de Cristo, la posibilidad que tiene todo hombre de salvarse y el papel de la gracia divina.

Este pensamiento antropocéntrico centrado en el endiosamiento del hombre por sus propios medios que promueve el “tradicionalismo” esotérico, ya fue combatido bajo otras máscaras por los cristianos de los primeros siglos e incluso por los profetas del Antiguo Testamento.

San Agustín define a la perfección este combate en unas pocas palabras:

Dos amores han dado origen a dos ciudades: el amor de sí mismo hasta el desprecio de Dios, la terrena; y el amor de Dios hasta el desprecio de sí, la celestial”

Évola, sin duda, se amaba demasiado a sí mismo, por eso no necesitaba ser salvado por Cristo y prefirió deleitarse con el viejo y corrupto canto de la Serpiente.


Europa Ancestral

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