Tanto desde los sectores nacionalsocialistas paganos como desde algunos sectores tradicionalistas o de derechas, se han escrito muchos artículos y algunos libros sobre la relación que pudo llegar a tener el nacionalsocialismo con el catolicismo. Para ambos, el nazismo era pagano y los acercamientos del III Reich hacia los católicos fueron por mero interés político. Es curioso que dos formas de pensar opuestas en lo religioso, lleguen a las mismas conclusiones. La razón es clara, a las dos posiciones les interesa transmitir esa imagen, tanto paganos neonazis como tradicionalistas llegan a conclusiones muy sesgadas, barriendo para casa. Los primeros, por el desprecio absoluto (y la ignorancia) hacia el Catolicismo, los segundos, por su repulsa hacia la modernidad y para quedar como los buenos de la película, como los "anti totalitarios", cuando dicho término actualmente no tiene nada que ver con el significado que se le daba en los años 20 y 30. Para ellos todos son malvados, falangistas, fascistas, nazis, comunistas, liberales; son malvados puesto que son movimientos que proceden históricamente de la Ilustración
La realidad es que, el fascismo, generalizando el término, nació como respuesta a la decadencia y la injusticia producida por el liberalismo y al avance del marxismo. Los fascistas no se conformaban con volver al estado político del siglo XV, si no que buscaban rescatar lo positivo del mundo tradicional para volver a implantarlo durante el siglo XX, de forma mejorada (desde su punto de vista). El fascismo, en sus distintas versiones, apareció como una tercera vía.
Adolf Hitler junto a Rudolf Hess. Hess colaboró con la Sociedad Thule, que fue prohibida por Hitler en 1935, al mismo tiempo que el resto de organizaciones ocultistas y masónicas.
Hitler, y muchos otros jerarcas nacionalsocialistas, eran de confesión católica, aunque es evidente que no eran practicantes. Si nos leemos el Mein Kampf, podemos ver que Hitler hace constantes alusiones, por ejemplo, a la providencia divina, término propio del catolicismo. Por otra parte, en libros como el de Dietrich Eckart (Bolchevismo de Moisés a Lenin), el propio Hitler , se define como católico, aunque se puede observar que sus conocimientos sobre religión eran bastante limitados.
Además, Himmler, Hess y otros nazis, eran cercanos al ocultismo, el cual no era un paganismo a la antigua, si no una especie de mezcla entre el esoterismo propio de la masonería y sus creencias pantalla (lo que sería la New Age en la actualidad, en su momento predominaba la Sociedad Teosófica), y el paganismo germánico. Ciertamente, Hess, estaba más influenciado por el ocultismo que Himmler. Rosenberg y Bormann, por otro lado, eran cercanos a la postura germánica de Himmler y destilaban un odio muy pronunciado hacia el catolicismo.
El nacionalsocialismo no era un movimiento tan homogéneo como se suele contar. En el seno del NSDAP, había sensibilidades distintas, tanto en lo político como en lo religioso, desde protestantes a católicos, desde trabajadores izquierdistas en lo económico a terratenientes y grandes empresarios defensores del libre mercado. El nacionalsocialismo era un movimiento patriótico de masas y como es lógico, no todo el mundo pensaba igual.
Léon Degrelle, fundador del partido político belga REX y miembro de las Waffen SS. Católico devoto y ferviente defensor del III Reich.
En julio de 1933, el Vaticano había firmado un concordato con el Reich para asegurarse un trato correcto por parte del Estado alemán, lo que había sido útil a fin de establecer una base sólida para las instituciones católicas en Alemania. Pero mientras que la Iglesia había respetado escrupulosamente lo acordado, el gobierno de Hitler había incumplido su parte. Además, los jerarcas partidarios del paganismo, cada vez ganaban más influencia y poder.
La relación con la Iglesia fue cada vez más conflictiva según pasaban los años. Al principio, la propia Iglesia trató de contemporizar con el régimen, como suele hacer por elementales razones de prudencia y diplomacia. Pero, sobre todo tras el estallido de la guerra y más pronunciadamente desde la invasión de la URSS en 1941, esas relaciones se fueron agriando, y ese verano se produjo la protesta de Von Galen, que condenó las deportaciones de los nazis y la eutanasia, siendo sometido a arresto domiciliario.
Dejando a un lado los conflictos internos en suelo alemán, durante la guerra contra la URSS, la Iglesia católica se mostró sin fisuras junto al régimen. El propio Vaticano admitía que el comunismo era peor que el nazismo. Por otro lado, Hitler no era pagano, se reía de todas esas fantasmagorías germanistas de Himmler, Hess y Rosenberg; él creía que no sería el paganismo el que desplazaría el cristianismo, sino la ciencia lo que lo haría superfluo. En eso coincidía con Bormann. La Iglesia se mostró muy patriótica durante la guerra, aunque el régimen había sido beligerante contra ella. El caso de Von Galen es paradigmático. Era un nacionalista alemán que mantuvo la dignidad durante y después del nazismo e igualmente frente a la ocupación aliada. Amaba a su patria, pero desconfiaba del régimen por su política racista y específicamente anticatólica. Y se enfrentó a él. Estaba en situación de conocer muchos entresijos del régimen y mantuvo una postura más que decorosa, salvaguardando la dignidad de la Iglesia.
El III Reich llevó a cabo políticas claramente contrarias al catolicismo, como el programa de eutanasia o el cierre de colegios católicos. Buena parte de estas políticas las implantó Bormann, que manejaba la política en territorio alemán, muchas veces, sin que Hitler supiera nada, puesto que él estaba centrado en la guerra. Las opiniones de Hitler con relación al catolicismo son bastante contradictorias y es muy difícil llegar a una conclusión clara. Lo que sin duda le irritó más fue la resistencia de la Iglesia Católica a aceptar sus políticas raciales. Se puede decir que ni era pagano, ni era ocultista, ni era católico practicante, pero nunca se podrá afirmar que no era católico, puesto que se identificó como tal cada vez que habló de cuestiones espirituales.
Conclusiones
La conclusión principal que podemos sacar del tema, es que, siendo congruentes, el nacionalsocialismo del III Reich no es lo suficientemente compatible con el catolicismo. De todos modos, si lo comparamos con el liberalismo y sus vertientes, el nazismo es incluso más compatible que la mayor parte de ellas, y pese a lo contradictorio del asunto, hoy en día hay millones de liberales que se definen como católicos practicantes. También hay marxistas que se definen como católicos, cayendo en una contradicción mucho mayor.
Así las cosas, que haya nacionalsocialistas en el presente que se definen como católicos no es algo que personalmente me sorprenda, desde mi punto de vista lo considero más o menos a la par de congruente que ser católico y liberal conservador. Si algún lector se considera liberal conservador, que no se rasgue las vestiduras y que analice con actitud crítica la historia del liberalismo, sus principios, sus revoluciones, sus genocidios (como el de la Vendee), y verá que no ando errado. Es cierto que por lo general, el liberalismo conservador ha respetado a la Iglesia Católica más que el III Reich durante la Segunda Guerra Mundial (no olvidemos que las circunstancias de una guerra tan despiadada, son muy complicadas), sin duda, pero también hubo un nacionalsocialismo que respetaba el catolicismo de forma exquisita. Esto se dio en el nacionalsocialismo de los hermanos Strasser, que promovía un racismo menos marcado y una profunda visión cristiana de la existencia, con lo cual, si existe un liberalismo conservador de corte católico, también se puede decir que existió un nacionalsocialismo de corte católico cohetáneo al de Hitler, aunque no llegase nunca al poder. A los marxistas ya ni hace falta nombrarlos, pero en el fondo, hacen lo mismo que los conservadores liberales: adecúan su ideología a los valores cristianos, aunque con menor acierto que los primeros.
Por último, hay otras ideologías englobadas dentro del fascismo, que concuerdan perfectamente con el catolicismo o el cristianismo ortodoxo, como el Falangismo o el movimiento rumano de la Guardia de Hierro. También se podría incluir al fascismo italiano aunque tuviese un carácter más secular.
Nota: Nacionalsocialistas católicos de la época, como Léon Degrelle y otros muchos combatientes, no conocían con detalle todas las acciones políticas que se aplicaban en suelo alemán, por lo tanto, actuaron de forma acorde a sus creencias religiosas en todo momento.
Europa Ancestral - Con la colaboración del historiador Fernando Paz