jueves, 1 de abril de 2021
miércoles, 24 de marzo de 2021
Nacional Socialismo y Catolicismo. Un análisis objetivo.
Tanto desde los sectores nacionalsocialistas paganos como desde algunos sectores tradicionalistas o de derechas, se han escrito muchos artículos y algunos libros sobre la relación que pudo llegar a tener el nacionalsocialismo con el catolicismo. Para ambos, el nazismo era pagano y los acercamientos del III Reich hacia los católicos fueron por mero interés político. Es curioso que dos formas de pensar opuestas en lo religioso, lleguen a las mismas conclusiones. La razón es clara, a las dos posiciones les interesa transmitir esa imagen, tanto paganos neonazis como tradicionalistas llegan a conclusiones muy sesgadas, barriendo para casa. Los primeros, por el desprecio absoluto (y la ignorancia) hacia el Catolicismo, los segundos, por su repulsa hacia la modernidad y para quedar como los buenos de la película, como los "anti totalitarios", cuando dicho término actualmente no tiene nada que ver con el significado que se le daba en los años 20 y 30. Para ellos todos son malvados, falangistas, fascistas, nazis, comunistas, liberales; son malvados puesto que son movimientos que proceden históricamente de la Ilustración
La realidad es que, el fascismo, generalizando el término, nació como respuesta a la decadencia y la injusticia producida por el liberalismo y al avance del marxismo. Los fascistas no se conformaban con volver al estado político del siglo XV, si no que buscaban rescatar lo positivo del mundo tradicional para volver a implantarlo durante el siglo XX, de forma mejorada (desde su punto de vista). El fascismo, en sus distintas versiones, apareció como una tercera vía.
Adolf Hitler junto a Rudolf Hess. Hess colaboró con la Sociedad Thule, que fue prohibida por Hitler en 1935, al mismo tiempo que el resto de organizaciones ocultistas y masónicas.
Hitler, y muchos otros jerarcas nacionalsocialistas, eran de confesión católica, aunque es evidente que no eran practicantes. Si nos leemos el Mein Kampf, podemos ver que Hitler hace constantes alusiones, por ejemplo, a la providencia divina, término propio del catolicismo. Por otra parte, en libros como el de Dietrich Eckart (Bolchevismo de Moisés a Lenin), el propio Hitler , se define como católico, aunque se puede observar que sus conocimientos sobre religión eran bastante limitados.
Además, Himmler, Hess y otros nazis, eran cercanos al ocultismo, el cual no era un paganismo a la antigua, si no una especie de mezcla entre el esoterismo propio de la masonería y sus creencias pantalla (lo que sería la New Age en la actualidad, en su momento predominaba la Sociedad Teosófica), y el paganismo germánico. Ciertamente, Hess, estaba más influenciado por el ocultismo que Himmler. Rosenberg y Bormann, por otro lado, eran cercanos a la postura germánica de Himmler y destilaban un odio muy pronunciado hacia el catolicismo.
El nacionalsocialismo no era un movimiento tan homogéneo como se suele contar. En el seno del NSDAP, había sensibilidades distintas, tanto en lo político como en lo religioso, desde protestantes a católicos, desde trabajadores izquierdistas en lo económico a terratenientes y grandes empresarios defensores del libre mercado. El nacionalsocialismo era un movimiento patriótico de masas y como es lógico, no todo el mundo pensaba igual.
Léon Degrelle, fundador del partido político belga REX y miembro de las Waffen SS. Católico devoto y ferviente defensor del III Reich.
En julio de 1933, el Vaticano había firmado un concordato con el Reich para asegurarse un trato correcto por parte del Estado alemán, lo que había sido útil a fin de establecer una base sólida para las instituciones católicas en Alemania. Pero mientras que la Iglesia había respetado escrupulosamente lo acordado, el gobierno de Hitler había incumplido su parte. Además, los jerarcas partidarios del paganismo, cada vez ganaban más influencia y poder.
La relación con la Iglesia fue cada vez más conflictiva según pasaban los años. Al principio, la propia Iglesia trató de contemporizar con el régimen, como suele hacer por elementales razones de prudencia y diplomacia. Pero, sobre todo tras el estallido de la guerra y más pronunciadamente desde la invasión de la URSS en 1941, esas relaciones se fueron agriando, y ese verano se produjo la protesta de Von Galen, que condenó las deportaciones de los nazis y la eutanasia, siendo sometido a arresto domiciliario.
Dejando a un lado los conflictos internos en suelo alemán, durante la guerra contra la URSS, la Iglesia católica se mostró sin fisuras junto al régimen. El propio Vaticano admitía que el comunismo era peor que el nazismo. Por otro lado, Hitler no era pagano, se reía de todas esas fantasmagorías germanistas de Himmler, Hess y Rosenberg; él creía que no sería el paganismo el que desplazaría el cristianismo, sino la ciencia lo que lo haría superfluo. En eso coincidía con Bormann. La Iglesia se mostró muy patriótica durante la guerra, aunque el régimen había sido beligerante contra ella. El caso de Von Galen es paradigmático. Era un nacionalista alemán que mantuvo la dignidad durante y después del nazismo e igualmente frente a la ocupación aliada. Amaba a su patria, pero desconfiaba del régimen por su política racista y específicamente anticatólica. Y se enfrentó a él. Estaba en situación de conocer muchos entresijos del régimen y mantuvo una postura más que decorosa, salvaguardando la dignidad de la Iglesia.
El III Reich llevó a cabo políticas claramente contrarias al catolicismo, como el programa de eutanasia o el cierre de colegios católicos. Buena parte de estas políticas las implantó Bormann, que manejaba la política en territorio alemán, muchas veces, sin que Hitler supiera nada, puesto que él estaba centrado en la guerra. Las opiniones de Hitler con relación al catolicismo son bastante contradictorias y es muy difícil llegar a una conclusión clara. Lo que sin duda le irritó más fue la resistencia de la Iglesia Católica a aceptar sus políticas raciales. Se puede decir que ni era pagano, ni era ocultista, ni era católico practicante, pero nunca se podrá afirmar que no era católico, puesto que se identificó como tal cada vez que habló de cuestiones espirituales.
Conclusiones
La conclusión principal que podemos sacar del tema, es que, siendo congruentes, el nacionalsocialismo del III Reich no es lo suficientemente compatible con el catolicismo. De todos modos, si lo comparamos con el liberalismo y sus vertientes, el nazismo es incluso más compatible que la mayor parte de ellas, y pese a lo contradictorio del asunto, hoy en día hay millones de liberales que se definen como católicos practicantes. También hay marxistas que se definen como católicos, cayendo en una contradicción mucho mayor.
Así las cosas, que haya nacionalsocialistas en el presente que se definen como católicos no es algo que personalmente me sorprenda, desde mi punto de vista lo considero más o menos a la par de congruente que ser católico y liberal conservador. Si algún lector se considera liberal conservador, que no se rasgue las vestiduras y que analice con actitud crítica la historia del liberalismo, sus principios, sus revoluciones, sus genocidios (como el de la Vendee), y verá que no ando errado. Es cierto que por lo general, el liberalismo conservador ha respetado a la Iglesia Católica más que el III Reich durante la Segunda Guerra Mundial (no olvidemos que las circunstancias de una guerra tan despiadada, son muy complicadas), sin duda, pero también hubo un nacionalsocialismo que respetaba el catolicismo de forma exquisita. Esto se dio en el nacionalsocialismo de los hermanos Strasser, que promovía un racismo menos marcado y una profunda visión cristiana de la existencia, con lo cual, si existe un liberalismo conservador de corte católico, también se puede decir que existió un nacionalsocialismo de corte católico cohetáneo al de Hitler, aunque no llegase nunca al poder. A los marxistas ya ni hace falta nombrarlos, pero en el fondo, hacen lo mismo que los conservadores liberales: adecúan su ideología a los valores cristianos, aunque con menor acierto que los primeros.
Por último, hay otras ideologías englobadas dentro del fascismo, que concuerdan perfectamente con el catolicismo o el cristianismo ortodoxo, como el Falangismo o el movimiento rumano de la Guardia de Hierro. También se podría incluir al fascismo italiano aunque tuviese un carácter más secular.
Nota: Nacionalsocialistas católicos de la época, como Léon Degrelle y otros muchos combatientes, no conocían con detalle todas las acciones políticas que se aplicaban en suelo alemán, por lo tanto, actuaron de forma acorde a sus creencias religiosas en todo momento.
Europa Ancestral - Con la colaboración del historiador Fernando Paz
sábado, 20 de marzo de 2021
sábado, 13 de marzo de 2021
El brutal asesinato del Zar Nicolas II de Rusia y su familia
El
Asesinato del zar Nicolás II de Rusia fue un crimen político perpetrado
por los bolcheviques en 1918 para asegurarse de que este no volviera a
gobernar Rusia. Ningún juez o jurado lo condenó a muerte, ni ordenó su
ejecución, pero no solo le asesinaron a él, sino a su familia, los
criados y hasta al médico familiar.
En 1979, los historiadores
Aleksandr Avdonin y Geli Riábov hallaron la posible tumba de la familia
imperial en el bosque de Koptiakí. Análisis de ADN confirmaron el
hallazgo. En 1981, la Iglesia ortodoxa rusa en el exilio canonizó a los
integrantes de la familia Románov.
En 2008 el Tribunal Supremo de
Justicia de la Federación Rusa rehabilitó a Nicolás II y a su familia,
teniendo en cuenta a las víctimas de la represión política bolchevique;
una decisión muy esperada por los descendientes de la familia imperial y
la Iglesia ortodoxa rusa.
Al triunfar la Revolución de Octubre de
1917, en la que los comunistas —liderados por Lenin— derrocaron al
gobierno de Kérenski, el Soviet Central a cargo de Yákov Sverdlov, un
líder bolchevique de origen judío, perteneciente al círculo íntimo de Lenin, y
quien estaba a cargo administrativamente del destino del zar, ordenó
primero el traslado a Moscú del emperador depuesto; pero luego se
instruyó el traslado de la familia imperial a Ekaterimburgo, que se
hallaba bajo control del Soviet de los Urales con apoyo del Ejército
Rojo.
El gobierno alemán había propuesto al Soviet que el emperador
refrendara el tratado de paz, pero como segunda intención oculta era
negociar la libertad de Nicolás II para posteriormente poder reimplantar
el régimen monárquico ya que Alemania se había dado cuenta de la
verdadera naturaleza de la revolución socialista mundial proclamada por
Lenin. Por esa razón se lo había intentado enviar a Moscú en un primer
momento. El Soviet, al tanto de estas maniobras y temeroso de lo que
implicaba la intención, tomó las providencias para que jamás se volviera
a instalar el zarismo en Rusia.

El 4 de julio de 1918, tomando como
pretexto el avance de la Legión Checoslovaca que podría liberar a la
familia del zar, Filipp Goloshchokin, quien presidía el Sóviet de los
Urales, se apersonó apresuradamente en Moscú con Sverdlov y planteó el
asesinato y encubrimiento ante este último. Sverdlov consultó a la alta
cúpula del Sóviet Central y la orden fue dada.
Un escuadrón de la
policía Cheka al mando de Yákov Yurovski, un importante oficial
bolchevique de origen judío, relevó a la guardia de la casa, y el 16 de
julio recibió la orden del Sóviet de los Urales de fusilar a toda la
familia. No importó que el zar había abdicado y renunciado al poder
mucho antes de ser capturado, entregando el mando a un gobierno interino
e instaurando un parlamento.
La planificación misma del magnicidio
in situ fue hecha por Yurovski, quien se reservó el derecho de disparar
primero sobre el "verdugo coronado" como se lo llamaba a Nicolás II;
aparte de Yurovski, la camarilla la componían, Piotr Ermakov y Gregoy
Nikulin, todos miembros y asesinos probados de la Cheka.
Un
subordinado de Goloshchokin, Piotr Ermakov, comisario bolchevique, quién tenía el control del campesinado del Ural, tenía la función de
eliminar toda evidencia del asesinato no pudo conseguirse los dos
camiones de transporte requeridos hasta el día siguiente. Ermakov además
de participar en el pelotón, haría encender los motores de ambos
vehículos para ahogar el ruido de los disparos.
El escuadrón estaba
compuesto por doce hombres, siete de los cuales eran ex-combatientes
húngaros, a cada uno de ellos se les asignó una víctima; dos de ellos se
negaron a disparar sobre mujeres y al menos uno de ellos fue deshechado
y reemplazado por Ermakov. Los miembros del escuadrón eran Gregori
Nikulin, asistente de Yurovski, Piotr Ermakov asistente de Goloshchokin,
Piotr Medveyed, S. Vagánov, Andreas Vergasi, Laszlo Horvath, Víctor
Griinfeldt, Imre Nagy, Emile Fekete, Anselm Fischer e Isidor Edelstein.
Los verdugos implicados en el asesinato eran mayoritariamente de origen
lituano o judío.
En la medianoche del 17 de julio el zar junto a los
integrantes de la familia fueron llevados al sótano de la Casa Ipátiev
donde fueron fusilados, junto a algunos sirvientes cercanos, e incluso
un médico leal. El pretexto era que se los iba a tomar una fotografía
antes de partir; o se los iba a trasladar.
Nicolás II colocó al
heredero en sus rodillas mientras tomaba asiento junto a la zarina, las
hijas se sentaron atrás y los sirvientes y el médico a los costados, de
pie. Pasaron unos instantes y repentinamente entró Yákov Yurovski con
revólver en mano y 17 soldados armados con fusiles a la bayoneta.
Cuando
Yákov Yurovski levanta el revólver y declara al zar que "el pueblo
ruso" lo ha condenado a muerte, el zar alcanza a balbucear: -" que?"- y
le dispara casi a quemarropa. El zar cae instantáneamente muerto, la
zarina se alcanza a incorporar haciendo la señal de la cruz y gritando,
es muerta de un disparo en plena boca por Yurovski y seguidamente los
fusileros realizan una descarga cerrada al resto de la familia. Las
hijas, que llevaban corsés apretados y además en su interior estaban
cargados con joyas, no mueren inmediatamente y son rematadas a la
bayoneta. Anastasia, que se había desmayado cuando comenzaron los
disparos, recuperó la conciencia y fue muerta a golpe de culatas de los
fusiles y por los bayonetazos realizados por Ermakov.
El zarévich
sobrevivió a la primera descarga y fue muerto por Yurovski en el remate
de moribundos disparándole dos veces a la altura del oído. Una de las
sirvientas que no recibió la primera descarga es perseguida dentro de la
habitación y asesinada a bayonetazos, e incluso la mascota es muerta de
un disparo.
El zar murió con 50 años recién cumplidos. Este episodio daba fin a la dinastía Romanov y con éste, el régimen zarista.

Posteriormente los cuerpos son llevados en camiones y depositados en una mina abandonada.
Al
día siguiente, Yurovski, temiendo que el rumor sobre el fusilamiento
indujera a recuperar los cuerpos, ordenó su traslado y destrucción de
los cadáveres por fuego y ácido y arrojarlos a piques de otras
excavaciones, ubicadas 12 km fuera de la ciudad, en la mina que se llama
"los cuatro hermanos".
En 1981, la Iglesia Ortodoxa Rusa en el
exilio canonizó a los integrantes de la familia Románov, una decisión
refrendada en agosto de 2000 por el sínodo de la Ortodoxia Rusa. Desde
1998 sus restos reposan en la Catedral de San Pedro y San Pablo de San
Petersburgo.
El entierro de los restos mortales de la familia real
dio pie a debates en medios políticos y religiosos. Pese al examen
pericial genético que corroboró la autenticidad de los restos reales
descubiertos, tanto la Iglesia Ortodoxa Rusa como los poco numerosos
monárquicos de Rusia se niegan a reconocer que en la Fortaleza de San
Pedro y San Pablo fueron enterrados justamente Nicolás II y sus
familiares.
A la luz de este hecho, la decisión tomada por los
Jerarcas de la Iglesia Ortodoxa Rusa de canonizar a Nicolás II (Románov)
parece algo contradictoria. Según las tradiciones de la Iglesia
Ortodoxa Rusa, existen determinadas condiciones a las que deben
responder los candidatos a la canonización. Por ejemplo, sus restos
deben curar y del icono debe emanar crisma.
La Iglesia parece haber
tenido sus razones para declarar santa a la familia imperial. Algunos
piensan, por ejemplo, que la Iglesia Ortodoxa Rusa hace cierta concesión
a la Iglesia Rusa en el extranjero que había canonizado a Nicolás II
hace aproximadamente veinte años. Según afirma el clero, el Zar fue
canonizado debido a su "resignación y docilidad frente al martirio".
Europa Ancestral